Las cifras indican que durante el gobierno aprista se realizaron alrededor de 17 emboscadas terroristas a las Fuerzas Armadas en la zona del VRAE, generando una interrogante que nos pone en una disyuntiva: ¿ Cómo nos deja este gobierno en materia de la lucha contra el terrorismo? ¿Se ha avanzado o retrocedido? “El Universal” buscó a especialistas en la materia para poder hacer un análisis del problema. Aquí sus impresiones
A un mes para que el gobierno aprista deje su mandato mucho se ha especulado sobre los niveles de desconfianza en la población sobre el rebrote del terrorismo en zonas alejadas de la selva, como los valles del VRAE y el Ene, en donde en muchos de los casos la presencia de las Fuerzas del Orden fueron insuficientes para combatir a estos grupos terroristas, que de acuerdo con algunos especialistas en el tema se siguen reagrupando en nuestra amazonia, realizando emboscadas a diestra y siniestra, sin que el gobierno pueda hacer algo al respecto.
El reciente ataque terrorista en Sanabamba, en donde perdieron la vida 5 efectivos del Ejército el 5 de junio pasado nos puede dar una luz de cómo nuestras Fuerzas del Orden luchan contra estos subversivos.
Según información de la Inspectoría General de la Segunda Brigada de Infantería del Ejército, con sede en Huamanga, Ayacucho, la tropa que lucha contra Sendero Luminoso en esta región afronta graves limitaciones por falta de equipos de telecomunicaciones, armamento, logística, vestimenta transporte, inteligencia y hasta problemas de alimentación. Lo más preocupante es que el gobierno tiene conocimiento de esta realidad, pero poco o nada ha hecho durante todos estos años para mejorar la situación de los soldados.
De acuerdo con este informe, para combatir a las columnas antisubversivas que se mueven de un lugar a otro en la zona del VRAE se requieren de un total de 3,378 efectivos altamente entrenados con amplio conocimiento geográfico de la zona. En su lugar solo existen 2,592 soldados, de los cuales un 80.43% del total de la tropa provienen de diferentes regiones del país.
Los atentados subversivos antes mencionados son consecuencia de una serie de acontecimientos que se han venido repitiendo cada vez con más frecuencia durante los dos últimos gobiernos. Ante esta realidad, ¿qué tanto se ha avanzado en materia de terrorismo en nuestro país?
Para el exjefe de la Dirección contra el Terrorismo (DIRCOTE), Héctor Jhon Caro, la subversión en el Perú en un problema que tiene matices políticos, debido que en estos últimos años poco o nada le ha interesado al gobierno para crear estrategias combativas que reduzcan el campo de acción de estos grupos armados en los valles de los ríos Apurímac y Ene (VRAE), la cual estaría generando un clima de inseguridad en las fuerzas policiales y militares y hasta podría desencadenar una rebelión dentro de estos estamentos castrenses. De acuerdo con Caro, en estos últimos cinco años a pesar de existir numerosos informes de inteligencia del propio Ministerio de Defensa sobre el reflote de numerosas columnas sediciosas, no ha existido ninguna respuesta represiva que neutralice el accionar de estas grupos armados. “Lo que está haciendo el Estado es tratar de solucionar el problema del terrorismo de forma mediática con planes como el VRAE que lo único que ha provocado es una falsa ilusión entre la población. Mientras no exista la voluntad política de asignar un mayor presupuesto para poder combatir este flagelo, la tropa seguirá luchando en condiciones infrahumanas, bajo esas condiciones es imposible que se obtengan resultados satisfactorios, muy por el contrario las cifras de bajas de vidas humanas seguirán aumentando en las diversas incursiones terroristas”, acota el especialista
Entre tanto para el economista de la PUCP, Hugo Cabieses, el rebrote del terrorismo en las zonas del Alto Huallaga y los valles del río Apurímac y Ene, financiados con plata del narcotráfico, se han dado producto de decisiones erráticas y mal direccionadas por parte del Ministerio de Defensa como por el propio gobierno, quienes han minimizado el problema haciéndolo insignificante lo que ha traído nefastas consecuencias para las Fuerzas Armadas.
“Los recursos insuficientes con las que cuenta tanto el Ejército como la Policía, hacen que estos sean un blanco fácil para los insurgentes, debido a que los militares han equivocado sus estrategias al abrir flancos dispersos en una vasta zona de la Amazonia, siendo superados por peso y por experiencia de los senderistas. Aquí la responsabilidad de que estas columnas de narcoterroristas hayan tomado protagonismo es del propio gobierno, debido a su desatención a los problemas sociales y económicos – culturales, que han desencadenado un descontento en la población con resultados que saltan a la vista”, refiere Cabieses.
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