Palabra del Obispo Macedo
Así como la rebeldía es un espíritu del diablo, el temor del Señor es uno de los siete Espíritus de Dios:
“Y reposará sobre él el Espíritu del SEÑOR; Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de poder, Espíritu de conocimiento y de temor del SEÑOR.”
(Isaías 11:2)
El temor del Señor dentro del corazón, mantiene la santidad “aborreciendo el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa…”
(Proverbios 8:13)
La fe en Dios nos da la certeza de que nunca estamos fuera del alcance de Sus ojos, aunque estemos lejos de la iglesia, del pastor, y frente a las tentaciones de la carne, en situaciones ocultas a los ojos humanos, el Espíritu Santo está allí evaluando nuestras actitudes y registrándolas en los libros celestiales.
Vea, por ejemplo, la situación de José de Egipto. Él era un joven en el auge de su fuerza libidinosa, un muchacho con una apariencia privilegiada, de tal modo que atrajo la atención de la esposa de su señor Potifar, al punto de que ella avanzó sobre él en un ataque de seducción, casi irresistible , teniendo en cuenta que debe haber sido una linda mujer. A fin de cuentas, un oficial del Faraón, comandante renombrado de la guardia egipcia, no hubiera tenido como esposa a una mujer destituida de una belleza admirable. Pero dentro del cuerpo esbelto de José habitaba el Espíritu del temor, que lo concientizaba de que, si cedía a los caprichos de su carne, estaría haciendo desmoronar toda la construcción de un sueño que el propio Dios lo había hecho soñar, una vida exitosa en todos los sentidos y, principalmente, una vida exitosa en la fe con Dios. Lea esa historia en (Génesis 37), lo va a edificar.
No podemos olvidarnos del diezmo, que es una cuestión de reconocimiento del señorío del Señor Jesús, de fidelidad, de obediencia, pero también de mucho temor, pues en la Iglesia Universal no conocemos la intimidad económica de los obreros y de los miembros; no sabemos el monto de sus respectivos salarios; si vendieron o compraron; no hay una secretaria en la iglesia para registrar si pagan el diezmo o no; de ahí la importancia del temor.
Cuando el temor existe en el corazón del obrero, del miembro, él tiene la consciencia de que cuando llega a sus manos cualquier valor económico, como salarios, valores recibidos por una venta, etc., no es necesario que nadie le reclame, pues sabe de su responsabilidad de obedecer la orden de Dios dada por boca de Su profeta Malaquías, de devolver a su Señor lo que Le es debido.
Tenemos mucho que hablar sobre el temor en otros aspectos, pero vamos a atenernos a lo que escribimos, sumando solo que el temor de Dios “aparta los lazos de la muerte” (Proverbios 14:27) Quiere decir que, cuando se pierde el temor, definitivamente, ocurre la quiebra espiritual de la fe, de la comunión y de la santidad, y así viene la destrucción total de una vida sin Dios.
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