Mi vida estaba totalmente mal, en todos los ámbitos; espiritualmente, en la familia y en lo económico. Tenía depresión, pánico y andaba siempre asustada, para mí era como si viviera artificialmente con tantas pastillas. Económicamente teníamos un negocio y estábamos muy mal, porque no habían ventas y los clientes poco a poco disminuían, y eso acarreaba problemas en la casa, discusiones y peleas, al ver tal situación yo empeoraba cada vez más, creí que ya no había solución. Cuando llegué al Cenáculo del Espíritu Santo, vino la primera Campaña del Monte Sinaí y luché por presentar un real sacrificio a Dios. Logré la respuesta que quería, Dios poco a poco fue cambiando mi vida, me sané de la depresión y nos empezó a ir bien en los negocios. Salvé mi casa que estuve a punto de perderla, por los problemas económicos. Nuestro sueño era tener una parcela y lo logramos en la última Campaña. Hemos logrado que nuestros negocios crezcan mucho más, que se expandan y además hemos conquistado muchas bodegas. Todos los problemas se terminaron, todo nos va bien. Mis hijos están bendecidos, mi matrimonio está como si fuera luna de miel y por eso agradezco a Dios, porque solo por Él pude conquistar todo lo que tengo.
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