Mi nombre es Carolina Núñez. Llevaba trabajando 12 años en la misma empresa, pero, era como el último eslabón de todos, mis colegas ascendieron internamente pero yo seguía haciendo el mismo trabajo que cuando entré a la compañía, incluso tuve como un retroceso porque entré como supervisora y después me descendieron a digítadora de pedidos.
En el plano familiar mi vida estaba destruida, estaba en una relación que ya no tenía ningún futuro, pero yo insistí en sostenerla porque tenía un hijo. Económicamente me encontraba con una deuda de $7.000.000 y no sabia como pagarlo.
Empecé a participar en las reuniones del Centro de Ayuda Espiritual y mi vida mejoró. Me habían cambiado al área de ventas y había logrado comprarme un auto con los pocos meses que estaba participando en la Iglesia. Cuando se presentó la oportunidad de participar de la Campaña de Israel, lo único de valor que tenia era el auto y había pensado en venderlo para poder irme a vivir sola y estar tranquila.
En esa Campaña sacrifiqué mí mejor para Dios. Y el resultado de aquel sacrificio fue que sin esperar me pasaron al mejor cliente que la compañía posee, después de tanta humillación en el trabajo, mi sueldo que era súper bajo pasó a incrementarse 5 veces más.
Dios me bendijo con otro auto para poder desplazarme mejor con los productos.
Ahora me compré una casa donde yo la quería y gozo de una vida plena.
Dios siempre cumple y vale la pena sacrificar para Dios.
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