Sacar adelante a una familia sin el apoyo de nadie no es cosa fácil. Más aun si de por medio hay problemas económicos, enfermedades y violencia. A pesar de lo difícil que pudiera ser esta tarea, hay madres que asumen el reto y triunfan.
Ser madre en el Perú no es cosa fácil. Y no nos referimos al hecho de lo doloroso que a veces significa traer un hijo al mundo, sino a la tarea titánica de sacar adelante-muchas veces sola- a toda una familia.
Pero si de algo se ha caracterizado la mujer peruana es que a diferencia de sus pares los varones ellas a la hora de enfrentar las vicisitudes de la vida son muy valientes.
Las historias de Rosa, Sofía y Gloria son la muestra viviente de que cuando se quiere se puede.
Rosa Helguera fue la persona más feliz del planeta el día que se casó. Su esposo desde que fueron enamorados siempre le prodigó amor y atención. “El siempre fue un caballero, de esos que muy poco se ve hoy en día”, recuerda con cierta nostalgia Rosa.
Sin embargo con el pasar de los años y la llegada de los hijos su esposo de quien nos reservamos su nombre para no herir susceptibilidades comenzó a cambiar.
Rosa cuenta que su marido nunca quiso que ella trabajase. Por eso el día en que él se fue, ella junto con sus cuatro menores hijos quedaron en el desamparo.
Cuando Rosa Helguera creía que su situación no tenía como cambiar conoció a través de la televisión al Cenáculo del Espíritu Santo. No teniendo nada que perder un día decidió ir en busca de ayuda.
“Esa noche escuchando las palabras del Pastor comprendí que no podía pasarme la vida entera lamentando mi situación, que algo tenía que hacer. Así que al día siguiente me armé de valor y me puse a vender comida”, revela Rosa.
Para sacar adelante a sus hijos, ella trabajó en todo lo que legalmente se puede hacer. Hoy con la ayuda de Dios esta sufrida madre es dueña de un taller de confección con el cual abastece de ropa a importantes tiendas de la ciudad.
Gracias al negocio que tiene, Rosa ahora ya no pasa angustias. Dejó de vivir en casa alquilada, ahora es dueña de un bonito departamento. Sus hijos por su parte estudian en las mejores universidades y tienen todas sus comodidades, nada les hace falta.
Bebía mucho
Al igual que Rosa, Sofía Cabrera también vivió un infierno en su matrimonio.
Estando trabajando como ingeniera agrónoma en una importante empresa del país ella conoció a quien sería su marido.
Sin conocerlo mucho, Sofía decidió casarse con él probablemente encandilada por las atenciones que ese hombre le prodigaba.
Mientras ella no salió embarazada la relación marchó todo bien. Sin embargo eso cambio cuando él se enteró que Sofía esperaba un bebé suyo. “De la noche a la mañana comenzó a beber con sus amigos. No había día que no regresara a la casa borracho”, cuenta esta madre.
La afición de su esposo por la bebida hizo que este perdiera su trabajo, por lo que Sofía tuvo que salir en busca de uno.
Estando con deudas, diferencias conyugales y otros problemas, Sofía tuvo conocimiento en un programa de televisión de historias parecidas a la de ella.
Convencida de que tenía que hacer algo para mudar su situación como la de su esposo, ella acudió al Cenáculo del Espíritu Santo. Ahí Sofía aprendió que solo aquel que cree puede cambiar su vida.
“Convencer a mi esposo para que fuera a la Iglesia no fue fácil. A regañadientes logré convencerlo. Hoy él me agradece haber hecho eso por su vida. Al poco tiempo dejó la bebida y comenzó hacer el hombre que yo conocí: emprendedor y responsable”, recuerda la ingeniera.
Luego de años de trabajo, esta pareja que estuvo a punto de separarse hoy es dueña de dos empresas y de un terreno en Chavimochic, Trujillo.
Vivía enferma
Gloria Cervantes, casada y madre de tres hijos para lograr la prosperidad que hoy posee tuvo que pasar muchas penurias.
A pesar que fue una niña sana, ella comenzó a sufrir de fuertes dolores en el ovario después de casarse.
Gloria, profesora de profesión, cuenta que gastaba mucho dinero para tratarse de las hemorragias que sufría.
Para poder sustentar su curación y la educación de sus hijas, ella tuvo que trabajar en varios lugares a la vez. “Era una vida estresante. Pero lo peor de todo es que aun así no me alcanzaba el dinero para pagar las cuentas”, dice Gloria.
En la Comunidad del Espíritu Santo donde ella llegó por invitación de una amiga Gloria supo que solo a través de la fe podía cambiar su vida. Pues así lo hizo y hoy después de mucho esfuerzo tiene razones para estar agradecida de Dios.
Y es que precisamente gracias a su fe y constancia de no darse por vencida logró, primero, pagar sus deudas y luego comprarse una casa en Miraflores así como ser dueña de tres tiendas, dos en Lima y una en el distrito donde ella vive.
Historias de dolor como la de Rosa, Sofía y Gloria lamentablemente abundan en el Perú. Claro está, que mientras muchas pierden su tiempo lamentado su suerte ellas creyeron y lograron triunfar en la vida.
NOTAS:
El estudio sobre las “Oportunidades y Barreras a la Mujer en América Latina” elaborado y financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a finales del 2010, confirmó que la mujer peruana tiene una tasa de emprendimiento mayor a la del hombre, en contraste con la mayoría de países de la región.
La especialista en género y desarrollo del BID, Claudia Piras, destacó que entre las virtudes que tiene la mujer peruana con relación a otras de su género en América Latina está su valentía y habilidad para sobreponerse de las adversidades.
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