A todos nos va pasar. Un día cuando menos uno lo piense algún ser querido va morir. En ese momento, ¿cómo actuar? En la presente nota le damos algunos alcances.
La pérdida de un ser querido es siempre un momento difícil y doloroso para la familia y tiene consecuencias psico-afectivas. El proceso por el que se atraviesa luego de la misma se denomina duelo, y consta de varias fases que conducen, si es vivido normalmente, a la superación de la muerte del ser querido y a una progresiva adaptación a la nueva situación.
Su desarrollo es más o menos largo y doloroso dependiendo de varios factores, como son: la relación con el fallecido (tipo de lazo familiar e intensidad del mismo, dependencia, conflictos, ambivalencia), circunstancias de la muerte (esperada o repentina, sosegada o violenta), y la edad de éste. En general, el duelo dura entre uno y tres años.
Podemos decir que se ha elaborado un duelo cuando se acepta esa muerte, cuando se deja de pensar en el pasado y se puede dirigir de nuevo toda la energía al presente, en la vida y en los vivos. Se logra recordar al fallecido sin sufrimiento, y se aprende a vivir sin él, recobrando la propia identidad.
Disfrutar de la vida nuevamente, no significa olvidarse para siempre de la persona que se ha perdido, y la cantidad de tiempo que se demora en elaborar el duelo no se relaciona directamente con cuánto se amaba a aquel. Por lo tanto, no se debe sentir culpa por la forma en que se vive un duelo, comparándolo con otras personas o con consideraciones generales, ya que cada caso es específico.
Fases del proceso
La Psicología del duelo diferencia tres etapas o fases por las que todas las personas atraviesan inmediatamente después de la pérdida de un ser querido:
1) Fase de impacto (de pocas horas a una semana): Negación de la realidad. Se actúa como si el fallecido aún estuviera vivo, y se tiene la fantasía de que volverá. Luego, se da en esta etapa un período de insensibilidad, donde nada parece real. Se tiene la sensación que le está pasando a otro, se encuentra incapaz de reaccionar y, por último, aparece el enojo o resentimiento, buscando culpables.
2) Fase de depresión o de repliegue (de un mes a un año): Aquí se desarrollan sentimientos de tristeza, angustia o depresión, que se expresan a través del llanto, nostalgia, melancolía y confusión. Surge el miedo que es, fundamentalmente, a la soledad, al desamparo. También pueden aparecer sentimientos de culpa, pensando que no ha hecho lo suficiente para salvarlo.
3) Fase de recuperación o restitución (después del año): Por fin la persona va superando el duelo y comienza a sentir alivio, como que todo ha pasado. Convencimiento de que necesita seguir su vida y ser feliz. Se ha aceptado la pérdida, se ha superado el dolor.
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