Entre finales de 2001 y principios de 2002 Argentina atravesó por una de las crisis económica más fuertes de su historia.
Hace 10 años, la fuerte inflación y devaluación llevaron a cientos de mujeres a salir a las calles con cacerolas en mano exigiendo el cambio de la política económica. Esta crisis que la historia lo ha llamado el “Corralito”, trajo consigo la renuncia al cargo del entonces presidente Fernando de la Rúa.
El “Corralito”, o en términos más formales la restricción del retiro de los depósitos de los bancos argentinos, ocurrió el 3 de diciembre de 2001. Su implementación fue lo que hizo estallar todo, dando inicio a unas semanas de turbulencia que hasta hicieron temblar a la institucionalidad del país. “Que se vayan todos”, fue el grito común.
Aunque Argentina venía de dos años seguidos de recesión, el “Corralito” vino a coronar un período de incertidumbre e inestabilidad en un país donde existían dudas sobre la economía, la capacidad de pago de la deuda externa y se venían retirando de manera acelerada los depósitos bancarios.
“Fue una política desastrosa”, recuerda Mario Blejer, quien era vicepresidente del Banco Central en la época. “Fue una medida muy drástica, probablemente innecesaria. Algo había que hacer, pero no eso”, apunta.
El decreto de restringir el retiro de depósitos a solo 250 pesos por semana sorprendió incluso a los altos funcionarios del entonces gobierno de la Rúa.
El “Corralito” congeló los depósitos. En 2001 la moneda argentina estaba anclada en igual valor con el dólar estadounidense. Esta paridad se levantó al año siguiente y el peso perdió más de tres veces su valor.
¿Pero, cómo se tomó la decisión del “Corralito”? ¿Y qué reflexión quedó?
Actores
Según Domingo Carvallo, quien en ese entonces era ministro de Economía, las restricciones que se tomaron eran razonables, ya que los pagos debían hacerse en tarjeta de débito y de crédito y solo un cierto monto en billetes en efectivo. “Fue una circunstancia complicada. Habíamos perdido el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI) que se había comprometido a desembolsar una cantidad de dinero y no lo hizo. Por ello, tuvimos una corrida (bancaria) y eso nos llevó a las restricciones”, cuenta el exfuncionario a BBC Mundo.
El límite de 250 pesos a la semana o mil al mes, sin embargo, no cubría el ingreso mayoritario de la población entonces. Además, se estima que apenas 1% de las transacciones en Argentina en 2001 eran electrónicas.
“La medida era el equivalente a interrumpir la circulación de la sangre en un cuerpo. Eso tiene consecuencias serias”, afirma Blejer, quien renunció días después que la restricción entrase en vigencia por “diferencias” con el gobierno del que formó parte.
La única persona que podía aprobar el plan de Carvallo era el presidente de aquel momento, Fernando de la Rúa, quien en efecto firmó el decreto.
¿Complot?
Esas consecuencias fueron los numerosos cacerolazos que se desataron en todo el país tras la imposición del “Corralito”. El golpe de ollas llevó a marchas, las marchas a manifestaciones, las manifestaciones a disturbios y saqueos, un estado de emergencia, represión y más de 40 muertos para el 21 de diciembre.
Según Carvallo, “la reacción popular fue organizada. Trajeron a esa gente a la Plaza de Mayo para provocar la caída del gobierno.
El exmandatario Fernando de la Rúa lo secunda y tilda la reacción en la calle de ser parte de un “golpe institucional”. Y apunta a Duhalde y el Partido Justicialista como responsables de esa crisis.
Pero cuando se le piden detalles de la conspiración, de la Rúa explica que hubo un juicio, donde se probó el complot y las protestas organizadas, “pero no se hallaron responsables”.
De acuerdo con Blejer la gente estaba inconforme y afectada ya que eran personas que tenían programado recibir determinados ingresos y esto se les cortó de frente.
En los siguientes seis meses que transcurrieron después de aplicarse el “Corralito”, Argentina se declaró imposibilitada de honrar su deuda externa (default), los ahorros retenidos en dólares (miles de millones) se convirtieron por decreto en pesos, que luego fueron severamente devaluados.
Además, casi dos tercios de los argentinos cayó dentro del segmento de pobreza o pobreza extrema, el desempleo se disparó por encima de 20% y la economía iba rumbo a una contracción de 10%.
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