El flujo de emigrados que viajaron a Cuba durante el 2011 superará los 400.000. El número de visitas se disparó a partir de que el presidente de EE.UU., Barack Obama, eliminó las restricciones impuestas por su antecesor, George W. Bush.
Gracias a las reformas que la administración Obama dio con respecto a Cuba, hoy en día cientos de familias emigradas de ese país tienen un futuro esperanzador. Y es que ahora, a través de un familiar, los isleños pueden comprar una casa, adquirir un vehículo o invertir en un negocio y lo que hasta hace poco parecía imposible, pensar en la posibilidad de regresar algún día.
La ley de migración que se busca aprobar a inicios del 2012 podría aumentar aún más el número de viajeros al ser más flexible también con los emigrados, facilitándoles las visitas e incluso la repatriación, para el regreso definitivo.
Leyes contra las visitas familiares
A pesar de estos favorables cambios que vienen dándose en la isla, hace poco en Estados Unidos congresistas de ascendencia cubana intentaron limitar mediante un proyecto ley el número de viajes que hacen los emigrados a la isla así como las remesas que ellos envían a sus familiares, pero la propuesta no fructificó.
Para estos congresistas de ascendencia cubana, los viajes a la isla de los cubano-estadounidenses cuestionan el concepto de “exiliados que huyen del comunismo”. De hecho, la Ley de Ajuste proporciona un estatus legal a los refugiados cubanos, porque supuestamente no pueden regresar a Cuba.
El congresista estadounidense David Rivera propuso castigar a “aquellos que hacen uso de una ley concebida para protegerlos de la persecución y luego viajan al país perseguidor” y ahora su colega Mario Diaz-Balart intentó sin éxito introducir en un proyecto de ley de gastos del gobierno nuevas restricciones para limitar las visitas de los cubanoamericanos a Cuba.
También buscaban reducir el monto de remesas de dinero que los emigrados pueden enviar a sus familiares, otra restricción que eliminó el presidente Obama a la vez que amplió la licencia operacional de la Western Unión, la mayor empresa de remesas.
El proyecto de ley pretendió regresar a los tiempos de Bush, cuando solo podían viajar a la isla una vez cada tres años, y remitir como máximo de remesas anuales US$1.200 y únicamente al círculo familiar más estrecho.
Los nuevos espacios
La reforma de Obama abrió espacios a los emigrados. Un ejemplo son July y su esposo, que gracias a la venta liberada de materiales de construcción, han podido construir un apartamento en casa de su hermana en la ciudad de Bayamo (este).
“Helena”, una emigrada que reside en California, ya hace gestiones para comprar, a nombre de amigos, una casa y un automóvil con el fin de “hacer un poco más de dinero en Estados Unidos y regresar a vivir a Cuba”.
Otros invierten en negocios con la esperanza de que sus parientes se autofinancien e incluso les permita ganar algo a ellos también. Algunos, como Lenin Abréu, no solo abren el negocio sino que dejan EE UU. y regresan a trabajar en Cuba.
Los emigrados también pasan sus vacaciones con sus amigos en los hoteles de Cuba, un destino cercano geográfica y sentimentalmente. En número, son el tercer grupo de huéspedes, después de canadienses y los cubanos residentes en la isla.
Los políticos de Miami intentan contener la expectativa que las reformas despiertan en los emigrados, algo que repercute en un aumento de los viajes y de las remesas de dinero que, además de la tradicional ayuda familiar, tiene ahora un componente inversionista.
Los cambios migratorios
Tras la apertura de las ventas de automóviles y viviendas, la expectativa de los cubanos se centra en la nueva ley de migración que desean sea mucho más flexible que la actual, tanto para los cubanos residentes en la isla como para los emigrados.
Aparentemente se alargará el tiempo de estancia en el exterior con permiso de regreso, que en la actualidad es de 11 meses. También se establecería el derecho del emigrado a una única repatriación, con lo que podrían residir otra vez en Cuba.
Los cambios permiten al ciudadano vivir en el extranjero sin perder sus propiedades en la isla, entre ellas la casa o el automóvil. Pero incluso si piensa pasarse del límite de tiempo tiene la opción de dejar su vivienda a nombre de algún familiar.
Oficiosamente se asegura que decenas de miles los cubanos están tramitando la repatriación en los consulados y BBC Mundo comprobó que en las oficinas de migración en Cuba hay una cola permanente de emigrados solicitando quedarse en la isla.
Vientos de mayores cambios parecen avizorarse para este pequeño país, que en los últimos años viene experimentando una lenta, pero segura, transformación. ¿Cuánto tiempo podrá el régimen castrista sostener en el poder, una vez que esos aires de renovación no solo se queden en el ámbito económico sino también lleguen a lo político? ¿Solo el tiempo lo dirá?
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