Brasil es considerado el país donde hay más cibercriminales que se benefician de esta actividad. Para saber cómo operan el 2009 una periodista británica, Misha Glenny, viajó a este país y esta es su historia
Allá me encontré con Fabio, con su menudo cuerpo encorvado sobre una vieja pantalla de computador en un deslucido café internet en una de las favelas de Sao Paulo.
Estaba aprendiendo las habilidades básicas necesarias para cometer un crimen por la red. Sus profesores son hackers experimentados.
Con mucha naturalidad me dice que compra "cosas pequeñas -celulares, cámaras- para que la gente no se dé cuenta de que estoy usando sus tarjetas".
Fabio es un operario de bajo nivel que está en el frente de una batalla de expansión rápida que tiene lugar en el mundo virtual. Por el momento, es poco probable que lo atrapen, pues se limita al robo común de pequeñas cantidades de dinero.
Ataques incesantes
Fabio confía en el principio de que sólo una minoría de quienes usan tarjetas de crédito revisan sus estados de cuenta con cuidado.
Y aunque lo hicieran, quizás no reporten un delito leve a la policía, la que a su vez probablemente no contará con los recursos para perseguirlo y arrestarlo.
Pero asaltos modestos como los de Fabio son la punta de un enorme iceberg que se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para las fuerzas de policía de todo el mundo.
"El costo del robo de identidades y del ciberfraude con tarjetas de crédito fue de US$52.600 millones en 2005", le dijo a la BBC Peter Allor, jefe de la X-Force, la unidad de ciberinteligencia de la firma de ciberseguridad IBM ISS.
Desde entonces, los ingresos de la ciberdelincuencia han estado creciendo rápidamente.
A pesar de ello, los bancos y otras compañías importantes no tienden a revelar el monto de las pérdidas que sufren, pues temen asustar a los consumidores. Es por ello que siguen devolviéndole el dinero a las víctimas de estafas por computador sin rechistar.
Mucho dinero
Fabio incursionó en el mundo de la ciberdelincuencia recientemente. Divorciado y sin jamás haber tenido un trabajo fijo que pague bien, le queda difícil mantener a su hijo.
La miseria, común en las favelas de varias ciudades brasileñas, ciertamente han contribuido a que Fabio decidiera dedicarse a ganarse la vida con el cibercrimen.
Al hacerlo, pasó a formar parte de una pequeña minoría de jóvenes que en Brasil usan sus computadoras para delinquir. Pero hay temores de que a medida que más personas aprendan a navegar en la red, la ciberdelincuencia aumentará exponencialmente.
El acceso a la red es fácil gracias a que hay cafés internet baratos salpicados por los suburbios que rodean a los centros económicos brasileños, donde la mayoría de los jóvenes van a jugar o a educarse.
Fabio se pone a la defensiva cuando le digo que delinquir por internet no está bien, no importa cuán pobres sea.
"No estoy tratando de robarle a nadie que madruga a tomar el bus y tiene que mantener a los hijos y no tiene dinero", insiste.
Agrega que su meta final es hacerse amigo por internet de alguien muy rico, "alguien que tenga una limosina o un helicóptero y a quien no le importe la gente pobre". Está convencido que podrá sacarle a su víctima mucho dinero.
Cuídese
La nueva fuerza de ciberpolicía brasileña, con sede en Brasilia, constantemente lucha contra las estafas a gran escala que se originan en el país.
Los hackers envían millones de emails fraudulentos a direcciones en todo el mundo diariamente, esperando a que caiga ese pequeño porcentaje de usuarios de computador que se la creen.
Sus números de cuenta y contraseñas luego pasan a manos de ciberladrones.
No hay manera de protegerse del todo contra la ciberdelincuencia.
Sin embargo, se puede reducir el riesgo. Mantenga siempre activos los programas contra malware -que evitan que se instalen programas maliciosos en su sistema- y los programas contra virus actualizados.
Nunca responda a un email cuyo origen no sea claro
Estaba aprendiendo las habilidades básicas necesarias para cometer un crimen por la red. Sus profesores son hackers experimentados.
Con mucha naturalidad me dice que compra "cosas pequeñas -celulares, cámaras- para que la gente no se dé cuenta de que estoy usando sus tarjetas".
Fabio es un operario de bajo nivel que está en el frente de una batalla de expansión rápida que tiene lugar en el mundo virtual. Por el momento, es poco probable que lo atrapen, pues se limita al robo común de pequeñas cantidades de dinero.
Ataques incesantes
Fabio confía en el principio de que sólo una minoría de quienes usan tarjetas de crédito revisan sus estados de cuenta con cuidado.
Y aunque lo hicieran, quizás no reporten un delito leve a la policía, la que a su vez probablemente no contará con los recursos para perseguirlo y arrestarlo.
Pero asaltos modestos como los de Fabio son la punta de un enorme iceberg que se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para las fuerzas de policía de todo el mundo.
"El costo del robo de identidades y del ciberfraude con tarjetas de crédito fue de US$52.600 millones en 2005", le dijo a la BBC Peter Allor, jefe de la X-Force, la unidad de ciberinteligencia de la firma de ciberseguridad IBM ISS.
Desde entonces, los ingresos de la ciberdelincuencia han estado creciendo rápidamente.
A pesar de ello, los bancos y otras compañías importantes no tienden a revelar el monto de las pérdidas que sufren, pues temen asustar a los consumidores. Es por ello que siguen devolviéndole el dinero a las víctimas de estafas por computador sin rechistar.
Mucho dinero
Fabio incursionó en el mundo de la ciberdelincuencia recientemente. Divorciado y sin jamás haber tenido un trabajo fijo que pague bien, le queda difícil mantener a su hijo.
La miseria, común en las favelas de varias ciudades brasileñas, ciertamente han contribuido a que Fabio decidiera dedicarse a ganarse la vida con el cibercrimen.
Al hacerlo, pasó a formar parte de una pequeña minoría de jóvenes que en Brasil usan sus computadoras para delinquir. Pero hay temores de que a medida que más personas aprendan a navegar en la red, la ciberdelincuencia aumentará exponencialmente.
El acceso a la red es fácil gracias a que hay cafés internet baratos salpicados por los suburbios que rodean a los centros económicos brasileños, donde la mayoría de los jóvenes van a jugar o a educarse.
Fabio se pone a la defensiva cuando le digo que delinquir por internet no está bien, no importa cuán pobres sea.
"No estoy tratando de robarle a nadie que madruga a tomar el bus y tiene que mantener a los hijos y no tiene dinero", insiste.
Agrega que su meta final es hacerse amigo por internet de alguien muy rico, "alguien que tenga una limosina o un helicóptero y a quien no le importe la gente pobre". Está convencido que podrá sacarle a su víctima mucho dinero.
Cuídese
La nueva fuerza de ciberpolicía brasileña, con sede en Brasilia, constantemente lucha contra las estafas a gran escala que se originan en el país.
Los hackers envían millones de emails fraudulentos a direcciones en todo el mundo diariamente, esperando a que caiga ese pequeño porcentaje de usuarios de computador que se la creen.
Sus números de cuenta y contraseñas luego pasan a manos de ciberladrones.
No hay manera de protegerse del todo contra la ciberdelincuencia.
Sin embargo, se puede reducir el riesgo. Mantenga siempre activos los programas contra malware -que evitan que se instalen programas maliciosos en su sistema- y los programas contra virus actualizados.
Nunca responda a un email cuyo origen no sea claro
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