miércoles, 17 de noviembre de 2010

Amores enfermizos


Se sufre a puertas cerradas, con el silencio como el peor de los testigos y, en ocasiones, con la muerte como corolario visible de ese drama social en el que la mayoría de las víctimas son mujeres que se sienten "merecedoras" del maltrato.

La violencia contra la mujer tiene cifras escalofriantes en el país. Hasta el 30 de setiembre último de acuerdo con el MIMDES 109 mujeres habían sido asesinadas o agredidas de la mano del hombre que mas amaban

Según este ministerio el 55,4% de las mujeres casadas o con uniones de hecho han sufrido alguna vez en su vida violencia por parte de sus parejas.

Este maltrato no tiene estrato social ni de educación y tristemente tiene un rango amplio, que comprende la violencia física, sexual y psicológica. Muchas veces esta última, como no deja huellas observables, es la más común y menos condenada.
En el presente informe tres mujeres nos cuentan sus desgarradoras historias de maltratos y sufrimientos.

“Tiró mis cosas por la ventana”

Yolanda (32) luego de estar casada con José por 15 años decidió hace 6 meses abandonarlo. La razón, sus constantes celos y humillaciones. Sin embargo durante el tiempo que estuvo con él no todo fue maltrato. “En los primeros años éramos muy felices, mi tragedia empezó cuando una vez le fui infiel. Pero fue una infidelidad de adolescencia”, recuerda.

Para José ese engaño le cambio la vida. Después que se enteró de la falta de su esposa se volvió un celoso crónico y a pesar que Yolanda le trató de demostrar con los años lo mucho que le quería él nunca logró superar esa desilusión.

Yolanda sostiene que su calvario empezó primero con frases como esta: “A quién estás mirando…sé que estás viendo a ese h…” Luego nos dice que de a poco comenzó a subir el tono y el grueso de las palabras: “Eres una p…, yo sé que me estás poniendo los cachos ¡dime con quién!”.

“Yo trataba de explicarle, porque me sentía culpable. Igual yo era la que le había fallado. Hasta que un día me golpeó. Estábamos fuera de mi casa y por estar conversando con el vecino me dio un puñetazo…que me hizo caer al suelo. Luego me pidió perdón llorando. Y si bien pase por alto su agresión lamentablemente ello no freno sus arranques de ira, ya que después vendría una y otra agresión más”, sostiene esta mujer que fruto de su unión con José logró tener 2 hijos.

Una vez llegó a pensar, nos sigue contando, cuando me encontró hablando por teléfono que yo me estaba comunicando con otro hombre y comenzó la pelea. “Nos acostamos peleando y él quiso sexo y yo cansada no le respondí como quería. Y eso fue como una confirmación de lo que él decía. Comenzó a gritar y abrió la ventana del cuarto que daba a una terraza por la que comenzó a tirar mi ropa y mis cosas…. Yo estaba aterrorizada. Me tomó del brazo y me echó, así no más, en camisa de dormir. Llorando recogí mi ropa y pedí un teléfono a los vecinos, que furiosos con el escándalo reclamaban y salían a mirar. Una amiga me pasó a buscar y me llevó a casa de mis papás, quienes me ayudaron a alejarme de él definitivamente", sostiene.

Hoy Yolanda Ramos vive en la casa de su madre al lado de sus dos hijos. De su ex pareja, José, poco o nada sabe. Lo cierto es que no piensa regresar con él.

“Me humillaba constantemente”

"Christian y yo nos conocimos en la Universidad San Martín y nos casamos al salir”, nos dice María. Agrega que a pesar de que ganaba más y venía teniendo más éxito en su carrera de contabilidad ella siempre se sintió feliz a lado de él. Situación que no pasaba lo mismo con Christian.

En reuniones de amigos él era el centro y pedía a su esposa no hablar mucho para que los invitados no se enteraran de sus últimos viajes y ascensos. Su manejo era sutil y nunca fue cuestionado por María, hasta que comenzó en esos mismos círculos a ironizar con ella. Como para hacerse el macho frente a sus amigos. Su error, nos cuenta, fue no haber dicho nada, callar y sonreír, entendiendo que eran bromas.

La situación de María posteriormente fue más embarazosa cuando su pareja comenzó a hablar de otras mujeres de su vida. “Era algo tan incómodo, que me negaba a salir con él” A esas alturas María Montalvo se había convertido en el chiste de moda, por callada y poco sexy. A pesar de la mofa de sus amigos ella continúo consiguiendo éxitos en la vida lo que motivó que su esposo le obligara a renunciar a su trabajo con el pretexto de tener hijos.

“Yo me resistí mucho, pero finalmente accedí porque comenzaron las manipulaciones y amenazas. Nunca pude quedar embarazada y me empezó a castigar por eso. Me hacía sentir menos mujer, menos atractiva…me decía ironías y yo me sentía cada vez más triste. Había dejado mi trabajo que me hacía tan feliz por hacerlo feliz a él y estaba sola, intentando conquistar un amor que pedía tanto”, señala.

Un día las sospechas de María de que Christian le engañaba se hicieron realidad. “Una noche cuando regresaba de la casa de mi madre a dos cuadras de donde vivíamos encontré a mi esposo sentado en la banca de un parque con una tipa y a pesar de que me vio no le importó luego darme una explicación”

“Al día siguiente de su infidelidad acudí a una terapeuta que me ayudó a comprender que él realmente no me amaba y que yo, en nombre del amor que le tenía, había permitido que me humillara y despojara de todo lo mío. Ahí me separé".

“Me hizo perder a mi bebe”

La vida de Mercedes, una hermosa morocha del Callao, cambio radicalmente cuando conoció en el instituto a Carlos. Luego de estar dos años como enamorados ambos decidieron convivir. “Al comienzo todo fue felicidad pero los amigos le hicieron cambiar. Bebía y creo que hasta consumía droga ya que después me obligaba a tener sexo muchas veces estando indispuesta”

“Un día por haberle roto una botella de cerveza me golpeó. Lo disculpe pensando que por estar mareado me había faltado el respeto. Que equivocada estaba. Con el paso del tiempo ya no solo estando ebrio sino también sano me pateaba con el pretexto de que andaba coqueteando con los vecinos”, recuerda.

Mercedes pensó que si se embarazaba de su pareja iba lograr que el dejara de pegar. Creyó que cuando el se enterara que llevaba un hijo suyo cambiaría, que volvería hacer como el chico que conocí en el instituto. Pero no. “Perdí a mi bebe en el sexto mes. Fue después de una paliza que casi me cuesta la vida a mí también. Era su hijo, pero él estaba seguro de que no", cuenta. Hoy tiene 33 años, una nueva pareja y un pasado de ocho años que le dejó como secuela la imposibilidad de embarazarse nuevamente. Hace un año inició los trámites de adopción.

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