En Latinoamérica las mujeres rompieron barreras cuantitativas en educación y en varios países ellas están ahora más formadas que los varones. Pero falta lograr que esa educación reduzca y no alimente la desigualdad entre hombres y mujeres
La educación uno de los pilares para que toda nación surge en estos tiempos globalizados ha tenido una serie de contratiempos que vienen dificultando el desarrollo de países denominados tercermundistas. A escala mundial, las proyecciones más optimistas señalan que el ODM de lograr que toda la población infantil del mundo se escolarice y complete la educación primaria tomará una década más del 2015, el año en que se comprometieron a alcanzarlo los gobiernos en 2000, dentro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Estas predicciones dan como resultado que en el 2015 aún habrá 47 millones de niños y niñas que no asistirán a la escuela y 47 países que no cumplirán la meta, informó el costarricense Vernor Muñoz, ex relator especial de la ONU sobre el derecho a la educación.
De las cifras antes mencionadas se presenta otras de los dilemas en que se esta envolviendo el problema de género que se viene presentando en la actualidad. Es que para muchas naciones todavía es difícil aceptar que en pleno siglo XXI todavía se este viviendo en una sociedad antifeminista y mas aún estos se ven reflejados en niñas en edad escolar.
Aunque existen estudios que señalan que esa brecha se viene reduciendo considerablemente a manera que las personas entiendan que los pueblos evolucionan. Estas cifran dan como resultado que el 56 por ciento de la población mundial en edad escolar vive en países que no lograron la paridad en la educación primaria y 87 por ciento en la secundaria. Sólo 92 de 149 Estados ya lograron esta meta.
“Los ODM tienen un efecto reduccionista, y en América Latina, donde algunos países ya sobrepasaron el objetivo, resulta perverso porque oculta otros temas claves: los contenidos, las prácticas docentes y las oportunidades iguales para todos”, aseguró Muñoz.
Para el experto, hay una visión patriarcal del sistema educativo que reproduce la idea que los hombres tienen más derechos que las mujeres y que excluye a indígenas y a personas con alguna discapacidad física.
Muñoz consideró que estas asimetrías en la educación son el reflejo de lo que sucede en el ámbito político, social y económico en América Latina, considerada la región más desigual del mundo.
“Nunca como antes en la historia el patriarcado le ha sido tan imprescindible al sistema económico neoliberal porque, entre otras cosas, permite que las mujeres se conviertan en proveedoras de servicios gratuitos”, enfatizó Hernández.
Entre tanto para la coordinadora, coordinadora de la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación, Camila Crosso, consideró que en un plano economicista hoy se ve la educación como un objetivo para obtener “tasas de retorno” y no como un derecho humano.
Desde la percepción feminista, la especialista española Rosa Cobo aseguró que existe el denominado currículo “oculto” de género que imparten los maestros en base a estereotipos.
“En todos los países del mundo, los varones tienen un superávit de derechos y las mujeres un déficit. Al hombre se le reserva espacio en lo público, a la mujer en lo doméstico. La escuela se encarga de reproducir estas ideas”, explicó.
Cobo consideró que éste es el momento propicio para que las organizaciones feministas trabajen por una educación no sexista, tras lograr como primer paso que más mujeres tengan educación.
“Es hora de preguntarnos ¿qué educación queremos? y trabajar para que el sistema educativo desactive las jerarquías”, dijo Cobo. En ese camino, Muñoz consideró que resulta vital pensar en una educación que sea útil y dignifique a las personas considerando sus costumbres y culturas.
Siguiendo esta tendencia feminista la peruana Tarcila Rivera, coordinadora de Enlace Continental de Mujeres Indígenas, hace hincapié en que la educación bilingüe no es suficiente ni garantiza el respeto a los pueblos indígenas. “Los pobres siguen recibiendo una educación pobre”, acotó Rivera.
Entre tanto otro de los temas importante en esta parte del continente es la educación sexual es otra deuda pendiente. En América Latina y el Caribe sólo Argentina, Brasil y Costa Rica tienen un nivel alto de leyes específicas sobre el tema, según el ex relator de la ONU.
Para Muñoz esta educación podría contribuir a reducir embarazos no deseados y prevenir enfermedades como el sida y por ello la formación de los maestros en el tema es vital. Camila Crosso resaltó que esto es mucho más factible en Estados laicos, donde las iglesias no interfieren.
Pero también hay avances. Argentina aprobó la ley de educación sexual integral, Brasil estableció becas para que mujeres y hombres afrodescendientes puedan acudir a la universidad.
En México la el panorama es otro, allí existen incentivos para que las familias de zonas rurales envíen a sus niñas a la escuela, en Colombia la Corte Constitucional ordena que el Estado considere la gratuidad de la enseñanza ya que es el único país de la región que no lo establece en su Constitución.
En Ecuador, los grupos feministas han participado en la revisión de los textos escolares.
Ante los desafíos, Cladem impulsa la Campaña por una Educación no Sexista y Antidiscriminatoria con acciones que abarcan muchas medidas conjuntas y otras nacionales, como concursos de historietas, “jingles” (piezas musicales cortas) a ritmo de reggaetón, o la elaboración de guías de trabajo en el aula.
Entre los próximos pasos, se buscarán alianzas con organizaciones de educación y se trabajará en casos emblemáticos que puedan ser denunciados internacionalmente en el marco de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
En la región aún no hay ninguna denuncia en los fueros internacionales por una educación sexista.
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