Los tiempos han cambiado. Si antes la gordura era signo de buena salud y riqueza, ahora se ha convertido en un problema, que de no ser tratado a tiempo puede llevarte a la muerte
En nuestra sociedad obsesionada con el aspecto físico mucha gente cree que la obesidad es un problema de estética. Quienes piensan así están equivocados. Padecer de este mal es un una cuestión médica porque puede afectar gravemente a la salud de una persona.
La obesidad es una enfermedad crónica y progresiva que involucra a muchos órganos y sistemas del cuerpo humano, afectando la cantidad y calidad de vida de las personas. Puede producirse por inadecuados hábitos alimenticios, exceso de apetito, por llevar una vida sedentaria, ansiedad, predisposición genética, o por un comportamiento anormal de los sistemas nervioso, endocrino o metabólico.
Actualmente representa la segunda enfermedad mortal prevenible después del tabaquismo.
Afecta en mayor número a las mujeres, debido a factores hormonales y el embarazo y predisposición genética entre otros factores.
Hasta hace una década, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) dudaba de llamar la atención a la obesidad, mientras había tantas vidas debilitadas por el hambre, y de un total de 815 millones de personas que padecen hambre en el mundo, 780 millones están en los países en desarrollo. Pero los alarmantes datos presentados el año pasado por el Worldwatch Institute pusieron en tela de juicio la forma tradicional de pensar: por primera vez, el número de personas sobrealimentadas en el mundo compite con la cifra de las subalimentadas. Y lo triste es que los países en desarrollo se hayan unido a las filas de los países que afrontan el problema de la obesidad.
Exceso peligroso
A diferencia del sobrepeso, la obesidad es una ya excesiva acumulación de grasa en el cuerpo y puede hablarse de ella cuando el índice de masa corporal (IMC) es mayor a 30 kg/m2. La obesidad mórbida o severa se alcanza cuando el IMC es igual o mayor a 40 kg/m2.
Otras manera en que una persona puede considerarse gorda es midiéndose el abdomen por el contorno. Si la cinta métrica señala 102 centímetros o más, en el caso de un hombre, y 88 o más centímetros en el de una mujer, es que ha cruzado la frontera y tiene que empezar a tomar cartas en el asunto.
Esto es importante pues, a decir del médico José De Vinatea-especialista en cirugía general, laparoscópica de la Clínica San Pablo-el riesgo de desatender la obesidad es la muerte, tal como sucede cuando se padece de otras enfermedades crónicas y progresivas.
Según el especialista, el manejo médico de la obesidad se basa en tres aspectos: dieta, baja en calorías; ejercicios, para quemar más calorías; y soporte psicológico. En casos excepcionales puede añadirse alguna medicación específica, siempre y cuando sea prescrita por un endocrinólogo o psiquiatra.
Solución a su medida
Cuando los tratamientos no quirúrgicos fallaron en su lucha para controlar la obesidad, la cirugía se convirtió en una alternativa de solución.
Según el doctor De Vinatea, hay dos tipos de operación de acuerdo con el objetivo que se persiga: disminuir el apetito y la ingesta de calorías, reducir la absorción de estas por el organismo o la combinación de ambos. No obstante, el galeno, solo recomienda este proceso a aquellos pacientes cuya masa corporal ha alcanzado o sobrepasa los 40 kg/m2.
Dice además, que cualquiera persona con problema de obesidad no puede ir al quirófano. “Previamente el paciente debe mostrar un estado físico y psicológico favorable, pues los riesgos de la intervención aumentan o disminuyen en la medida en que quien se someta a ella sea más o menos obeso y padezca de no muchas enfermedades asociadas”, refiere el médico de la Clínica San Pablo.
De Vinatea señala además que se debe revisar la historia clínica completa del enfermo y asegurarse de que sus análisis arrojen rangos aceptables para sus cuadros. En algunos casos, la persona a ser operada deberá bajar sustancialmente de peso antes, para disminuir todo riesgo.
Dependiendo de las características del paciente y de la técnica que se emplee para intervenirlo, el tiempo de hospitalización puede ser de apenas 24 horas o prolongarse por tres días a más. Luego de ser operada, por lo general la persona ingiere una dieta líquida o blanda durante tres o cuatro semanas y, eventualmente, puede recibir suplementos vitamínicos o proteicos.
Por otro lado, aunque la actividad física es recomendable durante el post operatorio, la total reincorporación a las actividades normales puede tardar de unos cuantos días hasta varias semanas. Lo que sí es una indicación general son los controles periódicos.
La cirugía, es entonces, una alternativa más en la batalla contra la obesidad. No es un recurso estético, solo se aplica en casos que la salud de la persona corra riesgos y previamente hayan fallado los otros tratamientos.
Datos:
El IMC es una medida que se obtiene dividiendo el peso entra la talla, elevada al cuadrado. Por ejemplo, si usted mide 1.65 y pesa 80 kilos, para conocer su IMC debe mulplicar 1.65 x 1.65=2.7225. Ahora divida su peso con esta cifra: 80/2.7225= 29.3847. Redondeando la cifra, su IMC es de 29.38.
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