martes, 27 de julio de 2010

En 30 años, el 50% de la amazonía habría desaparecido


La noticia revelada por la Defensoría del Pueblo de que en el Perú aún se pierde más de 150 mil hectáreas de bosques cada año como consecuencia de la deforestación y de su degradación, ha generado una gran preocupación dentro de los medios ecologistas, y con justa razón, ya que a pesar de existir una ley de protección forestal parece que nadie acata dicha norma. A la fecha han desaparecido 58 especies de mamíferos y 115 especies de aves

Pero qué entendemos por deforestación. Según el ingeniero Walter Ibáñez, presidente de la ONG “Salvemos al Mundo”, es el proceso por el cual la tierra pierde sus bosques en manos de los hombres.
Hace 10,000 años, los primeros indios colonizadores de la selva ya tenían claro que debían tomar los recursos que esta noblemente les brindaba sin tener que depredarla. El dogma se respetó así durante milenios hasta hace unos cien años, cuando el hombre moderno irrumpió violentamente en ella junto a sus maquinarias y su poco interés por seguir preservándola
Al tumbar un bosque, los organismos que allí vivían quedan sin hogar. En muchos casos los animales, plantas y otros organismos mueren o les toca mudarse a otro bosque. Destruir un bosque significa acabar con muchas de las especies que viven en él.
Aunque no existen estudios de cuantas especies de flora y fauna el país ha perdido como consecuencia de la deforestación, se estima aproximadamente que en los últimos 200 años habría desaparecido 58 especies de mamíferos y 115 especies de aves.
Las selvas en el mundo ocupan tan sólo el 14% de la superficie terrestre, pero aún así poseen los suficientes recursos que podrían ser utilizados por el hombre sin dañar el equilibrio ecológico: desde vegetales comestibles hasta componentes químicos usados en los más diversos campos de la medicina y la industria.
Dióxido de carbono
Un tema relacionado con la selva lo constituye el dióxido de carbono. Los países industrializados emiten 2,200 millones de toneladas anuales de este gas procedente de la quema de combustibles fósiles, mientras que otras naciones lanzan al aire otros 1300 como subproducto de los incendios masivos de bosques. ¿Y esto qué tiene que ver? Muy simple, señala Ibáñez: además de reducir las emisiones debe llevarse a cabo un plan de reforestación masiva. “Si tenemos en cuenta que una hectárea de bosque tropical puede neutralizar unas diez toneladas de dióxido de carbono al año, habría que crear un bosque de tres millones de kilómetros cuadrados, superficie equivalente a las dos terceras partes del territorio de la República Argentina”, señala.
Otro problema que afronta nuestra amazonía, es la desertificación. Después de tumbar una área grande de selva (deforestar) y utilizar inadecuadamente la tierra (ganadería u otras prácticas económicas) esta se convierte en un desierto en donde es casi imposible volver a ver el bosque crecer.
Quiénes protegen y quiénes destruyen los bosques
Durante años los "expertos" del enfoque forestal dominante se equivocaron al identificar las principales causas de la deforestación al igual que al plantear soluciones para salvar los bosques, afirma el ingeniero José Regalado.
Según ellos, dice, una de las principales causas de la deforestación era el uso de leña por "los pobres". La solución que proponían era por lo tanto establecer plantaciones de eucalipto como fuente de leña para "los pobres", por tanto, eran ellos los responsables de la deforestación por lo cual era necesario sacarlos de allí, a fin de que los bosques quedaran protegidos.
Al tiempo que estos expertos hacían su trabajo, señala, también lo hacían los verdaderos agentes de la destrucción. “Las empresas madereras siguieron cortando, legal e ilegalmente. Los cultivos de exportación y la ganadería provocaron el corte de más y más áreas de bosque. Las plantaciones industriales --para celulosa, madera, palma aceitera y otras-- fueron sustituyendo vastas superficies de bosques ricos en biodiversidad por monocultivos de especies exóticas. Las empresas mineras y petroleras siguieron destruyendo y contaminando los bosques”, sostiene.
Todos estos procesos han generado, y siguen generando, graves impactos ambientales a nivel local y global, todos los cuales resultan en sufrimiento humano. Por ende, la deforestación ha generado pobreza, simplemente porque todos esos millones de personas se ven privadas del acceso a sus medios de vida una vez que los bosques han desaparecido o cuando son "reasentados" en algún otro lugar.
Asimismo ha causado violaciones a los derechos humanos. Muchas personas han perdido la vida, como es el caso de los indígenas del Amazonas que murieron el año pasado oponiéndose a los decretos dados por el actual gobierno y que entregaban sus territorios sin su consentimiento a las grandes transnacionales.
Sin embargo, resultaría incorrecto destacar solamente causas directas de la deforestación tales como el maderero, la minería informal, el narcotráfico, etc. Es necesario profundizar en el tema y señalar que por detrás de estas causas hay otras --subyacentes-- que constituyen la raíz del problema. Entre ellas está el tema del consumo excesivo en el Norte, que genera una demanda siempre creciente de materia prima barata --madera, petróleo, minerales, etc.-- y alimentos también baratos, tales como soja, carne o camarones.
La realidad nos muestra entonces que no son "los pobres" quienes destruyen los bosques, sino intereses muy poderosos a nivel local e internacional. La protección de los bosques implica por lo tanto apoyar las luchas de las poblaciones locales por sus derechos, y simultáneamente trabajar para generar condiciones para que se haga posible abordar las causas de fondo de la deforestación a nivel nacional e internacional.

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