Todas las personas experimentamos la transpiración, un proceso necesario para conservar la salud. Pero qué pasa cuando este natural proceso se convierte en un verdadero problema. Si está pasando por una situación de esta naturaleza, sepa cómo resolverlo
Edith es una adolescente inteligente y amiguera. En su colegio, ella es reconocida entre sus profesores por sus altas notas y entre sus compañeras por ser la más entusiasta del salón. Últimamente, sin embargo, se le ha visto retraída. Nadie sabe que desde hace cerca de un mes ella viene experimentando un cambio en su cuerpo. De la noche a la mañana ha comenzado a transpirar más de lo normal. Ahora le suda las manos y lo que es peor sus blusas siempre se les ve mojado.
Esta incomodidad ha hecho que Edith se sienta corta cuando está con sus amigas, al punto que muchas veces por vergüenza se despide de ellas sin darles el acostumbrado beso, ya que su rostro siempre está húmedo.
Lo que Edith no sabe, es que ella como tantas otras personas en el país sufre de una enfermedad llamada “hiperhidrosis”. Este mal es una alteración de esa función natural y esencial del organismo que es la de sudar (transpirar), y que consiste en regular la temperatura corporal, así como proteger e hidratar la piel.
En la hiperhidrosis, la sudoración excesiva ocurre generalmente en la palma de las manos, las axilas o los pies. Sin embargo, cualquier área de la piel puede presentar sudoración.
Uno se da cuenta que sufre de este mal cuando la camisa se mancha de sudor bajo las axilas, cuando las palmas de las manos se llenan de gotas de sudor o cuando en general la ropa se moja.
La sudoración excesiva comienza por lo general en la niñez o la adolescencia afectando a hombres y mujeres por igual. Aunque no existe un riesgo directo asociado a la salud, sufrir de hiperhidrosis puede tener repercusiones en nuestra vida diaria así como también ser una fuente de vergüenza para muchas personas.
Ciertamente todos sabemos que, aunque incomodo e involuntario, el sudor es una reacción natural frente al calor excesivo y a situaciones como el temor, la tensión, la cólera o la vergüenza. Y, de alguna manera estamos habituados a paliar los inconvenientes que provoca en nuestra imagen y en nuestras relaciones esa mezcla líquida, compuesta en un 99% de agua y uno por ciento de sal y grasas, que de pronto empieza a humedecer regiones de nuestro cuerpo y parte de nuestra ropa. Para este problema, el mercado nos provee de una serie de productos pensados especialmente para evitar esta molestia y el uso cotidiano de alguno de ellos basta para controlar la sudoración.
Pero qué hacemos, cuando empezamos a sudar más de la cuenta, como es el caso de Edith. En estos casos y dependiendo del factor desencadenante, el doctor de la Clínica San Pablo, Eduardo Ortiz, médico cirujano de tórax, sostiene que una persona puede recibir ayuda de dermatólogos, neurólogos o endocrinólogos, que van a tratar a sus pacientes con cremas, pomadas o desodorantes. Así también con tranquilizantes, sedantes y antidepresivos.
Sin embargo, el doctor Ortiz afirma que el tratamiento definitivo es la llamada “simpatectomía cérvido torácica”, que es una operación que consiste en la resección de los ganglios simpáticos, ubicados en el tórax, lo que pone fin a la sudoración excesiva.
Según el galeno, la cirugía es realizada bajo anestesia local, dura entre 30 y 40 minutos, y el paciente es dado de alta al día siguiente, luego de una breve permanencia en la sala de recuperación.
Otros métodos
El doctor Percy Ruiz de la Clínica Dermatológica “Buena Piel”, si bien reconoce la eficacia de retirar los ganglios simpáticos, sin embargo él no lo recomienda debido a su efecto secundario que es la aparición de la sudoración en otras partes del cuerpo, ya que el mecanismo glandular es difícil de regular totalmente.
Para estos casos, el galeno recomienda el uso de jabones y geles específicos con clorhexidina y aluminio, que son bastante eficaces para frenar el sudor.
Sin embargo, advierte, que hay que tener mucho cuidado en su aplicación, dado que la piel de las axilas suele ser muy sensible y algunos de estos productos irritan la piel.
En el mercado también existen otros productos. Así tenemos el ácido tánico, el glutaraldehido y la formalina, que son preparados químicos y farmacéuticos aconsejables, pero que pueden provocar pigmentación o eczemas dérmicas. “De ahí que lo aconsejable es que cuando se tenga este problema se acuda a un dermatólogo para que este le especifique el tipo de producto que requiere de acuerdo a su cuerpo”, señala Ruiz.
Actualmente también se utiliza las inyecciones de botox, que se aplican por vía cutánea, pero lamentablemente su efecto es temporal y el sudor reaparece en algunos meses.
Aunque, es necesario y hasta saludable y funcional el sudor, este puede terminar siendo un poderoso enemigo para ciertas personas, ya que su presencia exagerada, produce estados de tensión, angustia y temor y hasta procesos infecciosos. Felizmente, gracias al avance de la ciencia, este problema hoy en día tiene solución. Así que, si está padeciendo de este mal, corra y vaya a su médico para que le receten el medicamento más adecuado para su piel.
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