-¿Siempre quiso ser pintor?
-No siempre. Cuando era pequeño pintaba todo tipo de cuadros pero no era mi verdadera vocación ya que cuando salí del glorioso colegio Guadalupe quise ser arquitecto, lastimosamente en esa época solo había una universidad que tenía esa carrera, que era la Universidad de Ingeniería (UNI), además no tenia la suficiente capacidad intelectual para estar en esa casa de estudio, así que desistí.
-¿Qué paso después?
-Me sentí desilusionado (tenía 16 años) conmigo mismo porque uno de los más grandes sueños -no solo mío sino de mis padres -era estudiar en esa universidad, afortunadamente siempre tuve su apoyo y pensaron porque no probar suerte en la pintura, ya que también lo hacia pero no con total naturalidad.
-¿Es allí donde postuló al Colegio de Bellas Artes?
-Así es, y de los 50 alumnos yo ingrese en el segundo puesto, cosa que fue fantástico porque ya estabas encaminado en algo que también le tenía gusto.
-De esa época a ahora, ¿cómo ve la evolución del ahora museo de Bellas Artes?
-Ha cambiado bastante desde que fui alumno y posteriormente profesor. Ahora que me he retirado me tratan como si fuera uno más del montón y eso me entristece.
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