jueves, 11 de octubre de 2012

Atentado a la empresa TGP: “Una represalia del narcotráfico”


Mientras la mayoría ve en el atentado al aeródromo de Kiteni el resurgimiento de Sendero Luminoso en el país, indicios poco conocidos revelarían que los responsables de la destrucción de los helicópteros de la empresa TGP serían los narcoterroristas. Aquí las razones.

La destrucción de los tres helicópteros de la empresa TGP, el viernes 5 de octubre pasado, no solo ha demostrado que las FFAA no tienen el control de esa parte cusqueña del entorno del VRAEM, sino también ha generado la necesidad de explicaciones de por qué “Gabriel” y sus columnas realizaron ese ataque a bienes de una empresa privada trasnacional. En esa línea, han aparecido diversas voces que intentan dar esa explicación.
Empezaré por describir las que se han esgrimido y pasaré a plantear una hipótesis que, en base a datos concretos, sea plausible.
Veamos. No creo, como lo ha señalado el mismo “Gabriel” (en una interceptación radial) y otras personas que esa acción haya sido por el incumplimiento de algunos puntos a la que la empresa se había comprometido con este grupo en abril pasado, para obtener la libertad de sus 36 trabajadores que fueron secuestrados días antes por estas columnas. 
Esos pedidos, en lo fundamental, fueron satisfechos por la empresa. Primero, se les entregó una parte del dinero que pedían (la mitad de los 10 millones de dólares); y segundo que las FFAA no entraran a proteger los ductos del gas. 
 Tampoco creo que se deba –como también se ha esgrimido- a que la empresa TGP cediera a las FFAA el aeródromo de Kiteni, en el contexto del Operativo “Libertad” que fue un estrepitoso fracaso. O, a cualquier otro tipo de apoyo que les haya dado a los militares. También a que tenga que ver con supuestos abusos con los trabajadores de la  empresa, o con algún incumplimiento con las comunidades originarias del área de influencia del proyecto Camisea. Esas “razones” solo existirían en la cabeza de “Gabriel”. 
Ninguna de esas razones agota la explicación de que llevó al hermano menor del clan Quispe Palomino a realizar esa acción –por primera vez, en más de doce años- a una empresa trasnacional que había logrado un acuerdo con la organización narcosenderista para no ser saboteados ni destruidos. Mi hipótesis es que la destrucción de esos aparatos fue una represalia a la empresa por no haber accedido a convertir al aeródromo de Kiteni en una pista para narco-vuelos.
Dos hechos ocurridos en los últimos meses, y que pocos tuvieron conocimiento abonan esa hipótesis. Por un lado, según testimonio de un testigo, hace unos dos meses y medio, aterrizó una moderna avioneta colombiana por razones “técnicas” en el aeródromo de “Las Malvinas” de una empresa petrolera, ubicado en el Bajo Amazonas. Según esa misma fuente, uno de los ocupantes de la avioneta, quien portaba notorias alhajas de oro en su cuerpo, habría sido un capo del narcotráfico y que la policía que se encontraba en el lugar habría querido caerle encima.
Frente a la intención de los policías, el personal de dicha empresa les habría señalado que ellos “estaban allí para cuidar a la empresa y no para capturar a nadie”. Debido a esa decisión, los policías no hicieron nada. Y, tras resolver las “fallas” técnicas, que dicho sea de paso contó con el apoyo de la empresa, la avioneta colombiana y su millonario propietario alzo vuelo sin rumbo conocido. Al respecto, dos preguntas: ¿qué hacia una avioneta colombiana y un “capo” de la droga por el Bajo Urubamba? y ¿qué trataron con la empresa aprovechando la falla “técnica” de la moderna avioneta? El segundo hecho quizá nos dé el hilo conductor.
De otro lado, según un técnico de la zona, hace un mes y varios días, la comunidad nativa de Timpia, ubicada también en el Bajo Urubamba, en el distrito de Echarate, fue visitado por los narcotraficantes (no descartó que haya estado algún miembro de la organización de “Gabriel”), quienes conversaron con el jefe nativo con un solo propósito o pedido: que se reabra o reactive el aeródromo de la comunidad, que fuera construido -hace varias décadas- por los Dominicos. Según la misma fuente, los narcotraficantes habrían llegado a presionar al jefe nativo.
Estos hechos revelarían que narcotraficantes internacionales y nacionales (incluido el clan del que forma parte “Gabriel” y sus huestes, quienes controlan esa ruta de la droga y envían cargas de droga hacia Atalaya y, desde marzo y julio, a Contamana e Iquitos), estaban buscando reabrir aeródromos (Timpia) para –sin duda alguna- utilizarlos para narco-vuelos, es decir para enviar cargas de cocaína en avionetas –por esa zona- hacia Brasil. 
Llegado hasta aquí, es posible suponer que los narcotraficantes colombianos y  “Gabriel” hayan propuesto a la comunidad nativa de Timpia y a la empresa TGP usar sus aeródromos. Esta presunción  reviste mayor verosimilitud si tenemos en cuenta que, entre fines del 2007 hasta el mes pasado (setiembre), se ha detectado doce pistas, entre clandestinas y aeródromos existentes, que el narcotráfico está utilizando a nivel nacional. Y, solo en este año en curso, se ha detectado 5 pistas clandestinas y, un número igual, de narco-avionetas.
Definitivamente está claro que ya se configuró un nuevo puente aéreo entre Perú-Bolivia y Brasil. Todo indica que, el narcotráfico ha pasado de la activación a la intensificación del uso de los vuelos clandestinos de la cocaína. 
En suma, por los datos aludidos, la destrucción de los tres helicópteros de la empresa de TGP sería una represalia del narcotráfico por no haber aceptado el pedido de utilizar el aeródromo de Kiteni para envíos de droga en avionetas, y no como se viene especulando de una acción con móviles políticos como en la década de los 80 y 90. 

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