jueves, 26 de septiembre de 2013

Cómo la tecnología nos ayuda a envejecer con dignidad


Helge y Kari Farsund, quienes viven en Oslo, Noruega, han sido pareja durante 50 años. Él trabajó como ingeniero y su esposa fue enfermera de cuidados intensivos.

Hace tres años, les tocó vivir una tragedia más personal, cuando la señora Farsund fue diagnosticada con Alzheimer.
En la medida que esta enfermedad fue deteriorando a su esposa, Helge empezó a buscar sistemas que pudieran ayudarles a vivir una vida lo más normal posible.
Fue así como se topó con la compañía tecnológica de cuidados de salud Abilia, que había desarrollado una red que parecía estar a la medida de las necesidades de los Farsund.
En el centro del sistema hay una tableta, como un iPad, instalada en una pared. La pantalla tiene Skype, lo que permite a los cuidadores revisar con regularidad a sus pacientes.
También tiene una agenda para que los pacientes o cuidadores lleven un registro de los eventos y tengan un recordatorio con audio de las tareas diarias, como la hora en la que hay que tomarse la medicina.
Actualmente hay unas 1.000 personas con el sistema instalado en sus hogares, y 25 de ellos, incluyendo a los Farsund, están probando la última versión, que combina la pantalla con sensores wifi.
Perspectiva de un futuro 
“Este tipo de sistema permite que la gente cuide de si misma, lo cual es lo más importante”, explica el vice presidente de Abilia, Oysten Johnsen.
La señora Farsund sabe que ella no se pondrá mejor. Este sistema le explica lo que ocurre cada día, de manera tal que pueda estar pendiente de eventos como los cumpleaños o el club de enfermeras retiradas. Le da algo para mirar hacia adelante.
Para su esposo, existe una razón más práctica y conmovedora para tener el sistema. “Algunas veces me pregunta cuál es el sentido de la vida cuando por su enfermedad se está perdiendo de tantas cosas”.
“Tenía miedo que su depresión la llevara a lanzarse por el balcón. Con estos sensores sé que me despertaré si se abre la puerta y eso me permite descansar”.
El señor Farsund agrega que quiere irse a la cama sin tener que preocuparse por su pareja. “Esta es la cosa más importante para mí”, dice.

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