miércoles, 18 de noviembre de 2015

Francia, la barbarie y la izquierda



Escribe: José Tomás Luna (*)

Lo ocurrido en París, Francia, es lamentable, indignante y preocupante. Lamentable por la cantidad de muertos y heridos; indignante porque la reivindicación del atentado que hace el Estado Islámico tiene sonoridades victoriosas que revelan la psicología retorcida de los líderes de esta secta extremista. Preocupante, porque si ocurre en París, mañana podría pasar en Madrid, en Nueva York, en Berlín, en Buenos Aires…
El atentado y sus 160 víctimas han generado toda una serie de reacciones justificadísimas, aunque también ha dado motivo para que ciertos sectores de la izquierda “radical”, “hipster”, haciendo gala de su histrionismo, asuman arbitrariamente la bandera del estupor internacional y los conviertan, banalizándolo, en condenas al extremismo y en acusaciones de barbarie, sin importarle caer en el ridículo de la contradicción pública.
Este tipo de izquierda es eficaz para cosechar en los campos de la indignación y la rabia pública, y por eso no duda en ir contra el Estado Islámico y su propuesta de gobierno basada en el terrorismo y la autocracia. Sin embargo, no es esa su actitud frente a otros movimientos del mismo corte e impuestos en sus respectivos países por los mismos medios: el socialismo iraní, el etnicismo sirio, el otrora laborismo iraquí, la “resistencia” de Hamas, el “patriotismo revolucionario” de Hezbollah, etc. Cuando se trata de sus socios, esta izquierda de barbas, laptops y consignas retrocede y calla. Cuando se trata de la posibilidad de asumir protagonismos en Europa, denuncia y sale a las calles.
Esa es la situación de cierta izquierda en Europa. Por otro lado, en nuestras latitudes, este carácter contradictorio se vuelve huachafo en la cabeza de nuestros “liderazgos” rojos. Campañas, vigilias y demás en contra del sufrimiento de las masas francesas, sirias, iraníes y demás. ¿Hacen lo mismo nuestros autodenominados leninistas por las poblaciones locales muertas de hambre y frío o por la sequía, a través de las redes sociales, del Facebook o en las plazas que tanto idolatran?
Nunca los vio, no los ve ni los verá por la sencilla razón de que es más fácil comprar causas externas pues ellas representan mayores caudales de discurso y demagogia. Los franceses y los pobres del mundo son también víctimas del oportunismo confuso. 


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(*) Comunicador. 

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