jueves, 25 de abril de 2013

Muchos de los que leyeron eso perdieron la oportunidad presentada aquí


Palabra Obispo Macedo

La oportunidad no es algo permanente. Viene y pasa. Tal vez vuelva, tal vez no. Es como el viento para la embarcación a vela. Cuando sopla, los navegantes tienen que ser rápidos para alzar el ancla y soltar las velas. Cualquier vacilación, aunque sea de algunos segundos, puede resultar en demora de días y en el fracaso del viaje.
Saber aprovechar las oportunidades es esencial para quien quiere tener éxito en la vida. Y no es diferente con la Salvación, la más sublime de todas las oportunidades concedidas por Dios al ser humano.
El Señor Jesús habló sobre eso a los judíos en Jerusalén:
“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán… y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.” 
(Lucas 19:41-44)
Los judíos no reconocieron en Jesús al Mesías (Salvador) que ellos tanto esperaban, y aun hoy esperan. ¿Por qué? Porque esperaban a un Mesías militar, que vendría con fuerza para poder librar a Israel de las manos de los romanos y restaurar la paz de la nación.
Sin embargo, Jesús no alcanzó a cubrir sus expectativas. Explicó que “el reino de Dios no vendrá con visible apariencia”. (Lucas 17:20)
Quiere decir que el reino de Dios no vendrá con alarde, con un embalaje impresionante que haga que las personas caigan de rodillas y se rindan solamente al verlo. Jesús vino con simplicidad, para que solamente los sinceros y los simples de corazón pudiesen reconocerlo. Al final, Él no tendría ninguna gloria en hacer que las personas se inclinaran ante Su presencia por imposición o por emoción. Él no busca tales adoradores, sino a los que Lo buscan en espíritu (con la mente) y en verdad (con la sinceridad).
Muchos no vieron en Él al Salvador, porque buscaban una experiencia que los impactara emocionalmente. Eso sigue sucediendo todavía hoy. Las personas son mucho más propensas a religiones y a experiencias religiosas que al conocimiento de Dios. No quieren pensar, quieren sentir. No quieren buscarlo, quieren encontrarlo cara a cara sin hacer esfuerzo. Una de las cosas que diferencia a la Universal respecto de muchas religiones y denominaciones es exactamente su manera simple y brutalmente honesta de presentar a Dios ante las personas. Sin rodeos ni rituales, sin la erudición que caracteriza a los religiosos, sin usar la emoción para conducirlas a una experiencia religiosa. La Universal no prioriza el embalaje, sino el contenido. Tal vez debido a esa simplicidad y transparencia, muchos la desprecian porque su apariencia no les agrada. Pierden la oportunidad. Siguen viviendo sin paz. Es como la profecía del Señor Jesús a Jerusalén. Por no reconocer la oportunidad de Salvación que estaba delante de ella, vendría el tiempo en el que los enemigos la destruirían totalmente. Es exactamente esa destrucción la que ha ocurrido con los que no le han dado valor a las oportunidades de Salvación que Dios les ha dado.
¿Qué busca usted? ¿Embalaje o contenido? ¿Vivir por el sentimiento o por la inteligencia? ¿Destrucción o paz?
Que Dios le dé ojos para ver las oportunidades de arrepentimiento y Salvación.
Que usted no dude en agarrarlas.
Aquí.
Ahora.

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