jueves, 9 de enero de 2014

Cuando la violencia mata

¿Los hombres que golpean salvajemente a las mujeres, le echan agua hervida en el cuerpo y le propinan varias puñaladas, puedan estar sanos? Obviamente, que no. Si sabemos de sus consecuencias, por qué la poca preocupación por tratar este problema de salud mental.

Para las mujeres del país, el 2014 no pudo empezar peor. En tan solo dos días, cinco de ellas ya habían sido asesinadas por sus parejas o exparejas, y un número indeterminado agredidas. 
Por la crueldad de los hechos, el caso que le tocó vivir a M.C, fue el que más llamó la atención a la opinión pública.
En un acto de insania, su pareja, de nombre David Rojas Chamorro, le quemó el 90 por ciento de su rostro con agua hirviendo no sin antes haberla molido a golpes.
Ante los efectivos policiales, este joven, de solo 26 años, dijo que actuó de esa manera cegado por los celos cuando se enteró que ella quería acabar la relación. 
Con el fin de parar con esta brutal agresión que sufren las mujeres, hace un par de años el Congreso aprobó el delito de feminicidio, que entre otras cosas, señala una pena mínima de 25 años de cárcel y hasta cadena perpetua en caso la victima falleciera. Sin embargo, a pesar de esto, no hay día que una mujer no sea violentada, ya sea física como psicológicamente.
El año pasado, por ejemplo, según el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), 119 mujeres fueron asesinadas y otras 136 sufrieron tentativas de muerte. 
En todos los casos de feminicidio, el agresor siempre dice tener una excusa. Sin embargo, como bien dicen los especialistas, sea cual fuera las causas, nunca existirá una razón que justifique una agresión.
Si el endurecimiento de la pena punitiva no logró disuadir al agresor, entonces qué está fallando. ¿No será que el problema está en la mente de estos individuos, porque ninguna persona en su sano juicio haría, por ejemplo, lo que hizo David Rojas?
Según el psiquiatra Freddy Vásquez, estas reacciones violentas que tienen muchos hombres son el producto de una cultura machista que alimenta los desórdenes mentales ya existentes, los cuales están orientados a imponer y doblegar al otro, manifestados por la “celopatía” (celos) severa. “Estos individuos no toleran que la otra persona rehaga su vida, aun estando separados. Buscan mandar, por eso las mujeres deben separarse de los hombres que se vuelven abusivos cuando se les cuestiona su autoridad”, recomienda.
Además indica que el tratamiento para una persona con esos desórdenes tiene que ser integral, primero someterse a terapias psicoterapéuticas con fármacos, para regular su actividad mental, y en simultáneo llevar sesiones psicológicas junto con la familia, sin embargo, el primer paso será buscar que el agresor acepte que quiere cambiar, lo cual es complicado.
Por su parte, el también psiquiatra, Martín Nizama, aclara que se trata de una patología mental que se debe a la crianza dentro de un entorno agresivo y machista. 
Cabe mencionar que el vivir en una sociedad violenta no nos vuelve violentos, en cambio a aquellas personas que poseen aquel patrón mental, por haber tenido esa formación conflictiva, les ayudará a aflorar esas conductas.  
“Lamentablemente, nuestra sociedad ignora que la violencia también es una enfermedad mental porque estas personas sufren de un trastorno de su comportamiento y conducta, por eso llegan al maltrato físico y psicológico. Además nunca van a admitir que lo son, ni mucho menos a aceptar tratarse para cambiar”, advierte Nizama.
Ahora, ¿qué señales nos advierten que una persona sufre esta enfermedad? Los especialistas indican que la característica más marcada es el carácter irascible con episodios violentos en el hogar o en cualquier ámbito. Si el sujeto es colérico, reactivo, malhumorado, celoso, desconfiado, inmaduro, imponente, intransigente o ha tenido padres alcohólicos o agresivos, entonces necesita ayuda psicológica. 
¿Cómo adquirimos una enfermedad mental?
Freddy Vásquez señala que algunas enfermedades mentales pueden ser adquiridas mediante herencia genética. Si el padre o la madre tienden a la depresión u otro trastorno, es muy posible que el hijo la desarrolle también, mientras que las adicciones por alcohol o drogas son aprendidas si ven que en el hogar lo hacen. Lo recomendable es que los niños tengan una asistencia psicológica aunque no sufran de nada. 
Lamentablemente, a sabiendas de las consecuencias de estos desórdenes mentales, el Estado no asigna presupuesto alguno para la salud mental. Tampoco se cuenta con un plan nacional para este sector y si hubiese alguno, como indica Martin Nizama, no se cuenta con el dinero para llevarlos a cabo porque el desinterés ante estas enfermedades está relacionado con una cultura violentista que estimula el machismo, la brutalidad y que sus consecuencias son toleradas pasivamente. (Javier Peña)
TOME NOTA
1.- Los celos son un indicio de enfermedad mental, ya que de las 136 tentativas de feminicidio en 2013, 73 fueron provocados por esta causa.
2.- Los trastornos mentales y neurológicos representan el 14% de la carga mundial y la depresión, que es la más común, la sufren más de 350 millones de personas en el planeta.
3.- Se calcula que el 25% de las personas padecen uno o más trastornos mentales o del comportamiento a lo largo de su vida.

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