jueves, 2 de enero de 2014

Piel intolerante, una realidad compleja

La piel sensible por ser hiperreactiva padece de picazones e irritación. Esto hace que la persona que la padezca se sienta incómoda y hasta irritada. 

Estas sensaciones de incomodidad, a veces acompañadas de rojeces, aparecen de forma exacerbada como reacción a estímulos de diferente naturaleza que normalmente no deberían provocar irritación: físicos: (radiaciones UV, calor, frío, viento, etc.), químicos: (cosméticos, jabones, agua, contaminación, etc.), psicológicos: (estrés, emociones, etc.) y hormonales: (ciclo menstrual, etc.).
Según el dermatólogo Carlos Echevarría, de la clínica San Gabriel, las personas con piel sensible muestran una barrera cutánea deficiente y permeable, lo que permite que los agentes externos penetren con facilidad. Pero no solo permiten la entrada de activos agresivos, sino que además facilita la evaporación del agua de la piel, lo que contribuye a que se deshidrate y se seque con facilidad.
Clínicamente, Echevarría, agrega, que este tipo de piel no es necesariamente alérgica, aunque puede ser más frecuente la presencia de eccemas de contacto de origen inmunológico que otras pieles.
Una piel sensible aunque es más frecuente en el rostro también se da en otras extremidades como el cuero cabelludo. “Los episodios se desencadenan por exposición al sol, frío, sequedad ambiental o por la aplicación de cosméticos y perfumes”, dice el dermatólogo.
¿Qué provoca tener este problema? De acuerdo con Echevarría la piel puede ser sensible sin más o formar parte de una patología dermatológica específica como la rosácea, en cuyo caso hay episodios de vasodilatación intensa, capilares dilatados e incluso pústulas. En otras ocasiones, dice, el paciente puede tener historia de atopía respiratoria (rinoconjuntivitis polínica, asma, eccemas en localizaciones típicas)  o presentar un caso leve de dermatitis atópica.
La piel sensible necesita mucha más atención que cualquier otra, por eso es necesario tomar ciertas medidas a la hora de llevar a cabo su limpieza y su hidratación. Según Carlos Echevarría, para que la piel sensible luzca de la mejor forma posible debemos empezar no por los productos químicos o cosméticos, sino por la alimentación. “Se deberían incluir ciertos alimentos ricos en vitamina C (kiwis, naranjas), se debe reducir o eliminar el consumo de bebidas alcohólicas así como el de alimentos picantes o que contengan especias”.
La piel sensible, agrega, suele reaccionar de forma no deseada a los cambios bruscos de temperatura, por lo que es necesario evitar los lugares demasiado calientes y húmedos, como los baños de vapor o saunas, ya que los cambios de temperatura suelen romper los vasos capilares causando un enrojecimiento en las mejillas.
Cabe señalar que este tipo de piel debe limpiarse con jabones muy suaves sin detergentes (syndet) ya que éstos eliminan el manto hidrolipídico de la piel y la dejan desnuda frente a las agresiones. Lo ideal son las leches limpiadoras, las aguas y las texturas tipo mousse. Posteriormente se puede aplicar una pulverización de agua termal.
Después hay que hidratar abundantemente con cremas con alto contenido en grasa que ayuden a reconstituir el manto hidrolipídico con formulas hipoalergénicas, es decir, con pocos ingredientes, sin perfumes, sin conservantes y sin alcohol.
Por supuesto, hay que protegerse bien del sol. “Si la piel muestra intolerancia a los filtros químicos existen protectores con agentes físicos que no dan problemas y son más eficaces aunque cosméticamente son menos aceptables”, dice Echevarría. (Raúl Vela)

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