jueves, 3 de noviembre de 2011

Desempleo remece España


La noticia de que cinco millones de personas se han quedado sin trabajo en España en los últimos años, ha remecido la Península.

La situación de desempleo en este país, ha llevado que tanto en las calles como en los bares, se crean historias de gente que se ha marchado o quiere marcharse, de familias al borde del desahucio o que han alquilado sus habitaciones para llegar a fin de mes y hasta de la jubilación del abuelo de la que sobreviven jóvenes que nunca han trabajado.

Lo peor de esta situación, dice Aldo Fernández, un peruano que es sociólogo de profesión y que está desempleado y a punto de perder un escaso subsidio, es que todo parece indicar que la situación en los próximos meses será mucho más crítica.

“Yo vivo el mes con tan solo 566 dólares y un poco de ahorros que tengo. También mantengo a mi novia. Es española, está sin trabajo y no tiene derecho a subsidio. Es el mundo al revés. Sus padres tenían una empresa de construcción con diez empleados y la tuvieron que cerrar hace dos meses”, explica.

“Ya no les encargaban nada. Muchos trabajos aún no se los pagan porque los clientes no tienen dinero. Encima son mayores de cincuenta años y eso para alguien que busca empleo es casi la muerte laboral”, detalla.

De la abundancia a la incertidumbre

En las calles de Madrid todavía no se ven las ventas ambulantes o puestos de comida que brotan después de una crisis en Latinoamérica, pero sí los avisos de pisos que se venden urgentemente (muchos a la tercera o cuarta parte de su valor inicial).

También son comunes los negocios que se cierran, menús anti-crisis hasta en los restaurantes más lujosos y las comisiones de indignados que se arremolinan en mitad de una plaza a discutir un futuro incierto.

“Sé que a lo mejor no voy a tener pensión ni casa ni un trabajo estable. Somos la generación que creció en la abundancia pero no tendremos futuro”, comenta a BBC un joven madrileño, experto en informática, que se ha sentado a escuchar una discusión sobre los males del neoliberalismo en la Plaza Benavente del centro de Madrid.

Su generación, entre 20 y 25 años, son los más golpeados por el desempleo que ya asciende al 43% en esa franja de edad.

“Lo van a tener muy difícil estas criaturillas”, apunta Antonio Cáceres. “Soy profesor de formación profesional. Mis alumnos no encuentran nada y cuando encuentran les piden experiencia. ¿Cómo van a tenerla si no han trabajado en su vida?”, cuestiona el hombre mientras desmenuza su situación.

Plata no declarada

La ecuatoriana Vitelma siente el desempleo en la disminución de los niños que cuida, es como una madre adoptiva de hijos de inmigrantes.

“Cada vez tengo menos. Hay familias que se están marchando o se van a vivir a una habitación como cuando llegaron, gente que trabajaba en la construcción o en la limpieza y que no encuentran nada. Incluso mis propios hijos. A uno lo desalojaron porque no tenían con qué pagar la hipoteca”, comenta.

Uno de los colectivos más afectados por el paro son los inmigrantes, con un 32%.

“Aún así no me marcho. Ya estoy muy vieja y en Ecuador sé que no podría encontrar algo. Además aquí tengo salud gratis”, admite la mujer.

Su trabajo como muchos forma parte de la llamada economía sumergida, dinero que no se declara ni paga impuestos y que según el Banco de España supera el 20% de la economía española.

Hacer las Américas

“En parte por eso aguantamos”, admite el sociólogo peruano. “Está la ayuda de las familias, de las redes sociales, pero si no hay un mínimo de ingresos todo se viene abajo. Yo sigo porque, a pesar de todo, me siguen encargando informes, traducciones. Solo con el subsidio no se sobrevive”, explica.

Su estrategia de supervivencia, sin embargo, tambalea. “Los bancos españoles van a tener que reunir mucho dinero. Eso significa menos dinero en circulación. La gente ya está asustada para gastar y encima no va a ver dinero. A veces pienso en regresar pero es una decisión difícil, es como si hubieses perdido todo estos años”.

“Mi suegro no lo ha pensado dos veces, se ha marchado a hacer las Américas (hacer fortuna), como dicen los españoles. Hay muchos jóvenes y cincuentones que están cruzando el charco”, detalla.

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