jueves, 10 de septiembre de 2015

La industria de la educación



Escribe: Eduardo Acosta Yshibashi (*)

Esta vez no opinaré de arquitectura ni de los conceptos que la motivan, sino más bien sobre la educación en nuestro país. Este interés lo tengo desde que soy docente universitario y veo con preocupación que la mayoría de ingresantes a la universidad han recibido poca formación en su época escolar. Esta es reducida e incompleta, y los futuros universitarios no han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar estudios superiores.
Dentro del conjunto de factores generadores de esta situación, podemos mencionar a los medios de comunicación como la televisión basura; las redes sociales; la familia con padres sobreprotectores; colegios con bajo nivel académico y la inmadurez del mismo estudiante. Pero también podemos observar la existencia de una frase hecha, que dice: “lo importante es tener el cartón”. Esta es una idea muy sutil dentro de nuestra sociedad y muchos comerciantes la han aprovechado para crear toda una industria educativa.
Esta industria ha generado un buen número de universidades buscando captar la mayor cantidad de alumnos facilitando el ingreso. Esto tiene como consecuencias que el escolar no se esfuerce por aprender y los colegios bajen su nivel de enseñanza para que el alumno termine. Luego, ya dentro de la universidad, el nivel académico es mínimo para evitar perder estudiantes y seguir obteniendo beneficios económicos. Por tanto, no desarrollan habilidades en los estudiantes, sino simplemente imparten los cursos como un mero trámite para la obtención del título.
Así se forma una especie de círculo vicioso, en donde el estudiante sale perjudicado. Puesto que esta industria educativa ya no tiene estudiantes, sino más bien clientes con los que se juega con su ilusión profesional.
Podemos evitar la futura frustración de nuestros hijos en etapa escolar, orientándolos a descubrir sus habilidades y ayudándolos a escoger el lugar adecuado para desarrollarlas.

Ahora existen tantas universidades que, en un futuro, lo más probable es que el tan deseado cartón universitario no valga nada. Lo que valdrá serán los profundos conocimientos obtenidos, la capacidad de pensar, las habilidades desarrolladas en su etapa universitaria y las virtudes obtenidas.

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