viernes, 4 de enero de 2013

Fe y religión

Palabra del Obispo Macedo


Algunas personas se quedaron intrigadas cuando declaré mi repudio a las religiones. No entendieron nada. Después de algunas explicaciones, por más claras que fuesen, siguieron sin entender.
Vea si usted comprende.
La religión separa a las personas, crea roces y divide hogares y parejas.
Es la creación satánica más nefasta de la faz de la Tierra.
La religión católica, la evangélica, la espiritista y cualquier otra, transforman su “fe” en territorio privado.
El religioso es apasionado y, a veces, hasta fanático, porque usa la fe sin el uso de la inteligencia, de la razón.
El espíritu que posee a los fanáticos hinchas de un club es el mismo que conduce al fanático religioso.
La historia registra que las mayores guerras de la historia de la humanidad tenían como telón de fondo a la religión.
¿Es esa la voluntad de Dios para los humanos?
“Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.” Mateo 12:25
Cuando les dije que la fe cristiana no tenía nada que ver con la religión, o con la religiosidad, ahí es cuando quedaron aún más confundidos.
El Señor Jesús no creó una religión.
Él instituyó el Reino de Dios, es decir, Su Iglesia.
Las personas que componen tal Reino, o Iglesia, viven sujetas al señorío de Jesús.
Viven el patrón de la justicia del Reino de Dios.
Como un cuerpo, Él es El Cabeza, y Sus discípulos, los miembros.
Ese cuerpo posee Un solo Espíritu, el Espíritu Santo;
Un solo corazón, el nuevo corazón;
Una sola mente, la mente de Cristo;
Un solo pensamiento, el pensamiento de la Palabra de Dios;
Una sola fe, la fe sobrenatural;
Un solo carácter, el carácter de Dios;
Una sola dirección, la dirección del Espíritu de Jesús.
Por lo tanto, nadie, absolutamente nadie, que está fuera de este Cuerpo, pertenece al Señor Jesús.
No sirve confesarlo como Señor, y no obedecerlo;
Invocarlo, y no oírlo;
Frecuentar una institución llamada iglesia, y no comportarse como dice la Biblia.
Para formar parte de Él o de Su Cuerpo, se debe nacer del agua y del Espíritu Santo.
Cualquiera que sea un cuerpo extraño en Este Cuerpo, tarde o temprano será vomitado, como la comida ingerida en mal estado.
Roces, contiendas, chusmeríos, malos ojos, prejuicios, críticas por parte de alguien que se dice ser cristiano, en realidad, son algunas de las señales de la carnalidad existente en los religiosos. No en el Reino de Dios o en Su Iglesia.
Ser cristiano es ser poseído y dirigido por el Espíritu de Cristo.
Si el lector tiene dudas en relación a lo expuesto, lea, medite y saque sus propias conclusiones en este texto del apóstol Pablo, dirigido a los cristianos recién convertidos que vivían en Roma:
“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él.” Romanos 8:9

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