jueves, 11 de julio de 2013

Cambiaron sus vidas gracias a Dios


Muchos jóvenes piensan que las drogas son la única solución a sus problemas. Cuando la verdad es que por eso camino se destruye la vida misma.

José Cavada (26) y Pedro López (20) fueron el reflejo de ese 28.9% de peruanos que de acuerdo con CEDRO nunca habló sobre las drogas y sus consecuencias con sus padres. 
Ellos al igual que miles de jóvenes en el país fueron inducidos a caer en este vicio por malos amigos, quienes aprovechándose de su falta de conocimiento sobre el tema les engañaron afirmándoles que a través de las drogas iban a solucionar sus problemas.
Durante el tiempo que ambos estuvieron sumergidos en el mundo de las drogas no solo sufrieron ellos sino también sus familias.
Por ejemplo, las mamás de José y Pedro muchas veces tuvieron que llorar de impotencia al no poder persuadir a sus hijos para que dejaran el vicio.
Si bien estos jóvenes vivieron en hogares constituidos ¿qué los llevó a meterse al mundo de las drogas? Según Jesús Cavada, el desentendimiento de sus padres por sus problemas- una vez que fue adolescente- lo llevó a refugiarse en las calles.
Poco tiempo después de estar en las calles, José terminó conjuntamente con sus amigos siendo parte de una pandilla. Fue precisamente allí donde conoció las drogas. “Empecé probando pasta básica, luego marihuana y finalmente cocaína. Así permanecí durante cuatro años”, cuenta.
Por su parte Pedro López revela que llegó a las drogas porque al ser huérfano de padre su madre nunca tenía tiempo para él. “Ella se la pasaba todo el día trabajando”, dice.
Al igual que José, Pedro también conoció las drogas al ser parte de una pandilla. 
Para tener dinero para la cocaína, Pedro y sus amigos robaban a cuanto transeúnte pasaba por su barrio. “Cuando no había a quien robar yo cogía las cosas de mi madre y de mi hermana y los vendía”, dice.
Pedro a pesar de ser consciente de los estragos que la droga le hacía a su salud, estuvo sumergido en el vicio por dos años. 
“Mi situación empeoró el día en que me echaron”, cuenta un tanto afligido Pedro al recordar lo que tuvo que pasar al no poder ser fuerte y decir no cuando le invitaron para ser parte de una pandilla.
Un día conocieron a Dios
Dejar las drogas y el pandillaje no fue fácil para José y Pedro. Ellos cuentan que en más de oportunidad quisieron dejar este tipo de vida pero no pudieron porque sus voluntades eran menos fuertes que sus ansías de querer seguir consumiendo más cocaína. 
Cuando las esperanzas de ambos de poder dejar los vicios estaban casi extinguiéndose surgió Dios para cambiar sus vidas.
Un día José y Pedro recibieron una invitación para ser parte de la Comunidad del Espíritu Santo. Ellos junto con otros jóvenes que también eran drogadictos decidieron entregar sus vidas a Dios, y gracias a que tomaron la decisión correcta lograron salvarse.
Hoy José es un joven de bien y Pedro un excelente universitario que cursa el sexto ciclo de Matemática Pura en la Universidad Nacional Federico Villareal. 
Ellos forman ahora parte del Grupo Joven de la Comunidad del Espíritu Santo quienes en sus tiempos libres llevan apoyo social a los más necesitados.

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