viernes, 30 de septiembre de 2011

También acecha en Internet



Con la tarjeta de sus padres, multitud de jóvenes acceden a casinos virtuales, Internet se ha convertido en la nueva puerta para los juegos de azar que engancha a niños y jóvenes y los encamina al mundo de la ludopatía con el dinero de los padres. Óscar tiene tan sólo 14 años y en una mala tarde se gastó 300.000 soles. Ahora acude diariamente a una academia que le ayude a aprobar en septiembre el curso que suspendió en junio y después va a un centro de rehabilitación de jugadores de azar. Ha entrado a formar parte de las estadísticas de ludópatas.


La red le ofrece un fácil acceso a los casinos virtuales, juegos de cartas y máquinas tragamonedas que solo exigen un número de tarjeta de crédito para hacerse con un usuario.


Niños y adolescentes, en un 90% de los casos pertenecientes a familias acomodadas, han encontrado en las páginas de juegos de azar en Internet un medio para parecer adultos. Pero la red extiende sus garras, los atrapa y les hace dedicar hasta ocho horas y media al día ‘tirando’ el dinero de sus padres.


Es muy fácil, es lo más sencillo del mundo, cogen la tarjeta de su padre y dan el número, no te piden la clave personal y el propio casino virtual se encarga de ver el crédito. El siguiente paso es cómo te atrapan porque nada más empezar te regalan entre el 10% y 15% de las apuestas iniciales, que pueden ser unos 30 ó 40 dólares. Una vez que le han pegado el sablazo a la tarjeta ya no pueden seguir jugando.


La página en cuestión advierte al usuario de que no debe entrar en ella si es menor de 18 años, pero es imposible determinar la edad de quién decide jugar a la ruleta. De este modo, niños y adolescentes de entre 12 y 17 años se encierran en sus cuartos, se pasan las horas y se enganchan al juego.


Larga rehabilitación


El tiempo de adicción suele durar varios meses. En ese tiempo el menor se ha aislado totalmente de su familia y amigos, ha abandonado los estudios y «se convierten en seres solitarios y muestran malos modos, desarrollan agresividad y violencia».


Sin embargo, el cambio de actitud del menor no es lo que enciende la alarma en los padres, sino la cuenta bancaria. «Cuando el padre descubre una bajada en su cuenta y acude al banco por un cargo que no ha hecho, al final comprueba que ha sido a través de Internet y se desquita con e hijo.


Una vez descubierto, el menor se ve obligado a abandonar el juego y la ansiedad lo convierte en su víctima. Este es el camino para llegar a una asociación que le ayude a salir de su proceso de adicción. La terapia se desarrolla de una forma «individualizada, específica y muy personal encaminada a reorganizar su escala de valores, se les reeduca y se les dirige hacia una conducta saludable»,. Todo este proceso se puede prolongar de 6 a 12 meses. Un año de lucha por 4 meses de juego de azar a través de Internet.


Casinos para tímidos


Internet ha abierto una nueva vía para acceder al juego y la están utilizando personas que no se atreven a acudir a un casino o «ponerse delante de una máquina tragamonedas». De hecho, «hay mujeres jóvenes que se están incorporando al juego a través de la intimidad que ofrece Internet, que está facilitando la entrada de chicas de 17 y 19 años que nunca las ves delante de una máquina tragamonedas o entrando sola en un bingo y en cambio juegan en sus casas».


«La mujer joven se está incorporando al mundo del juego a través de Internet, cobijada en esa intimidad que ofrece un computador en casa, incluso organizan su vida para tener tiempo libre y dedicárselo al ordenador, del modo que el juego está atrapando a niños y adolescentes de ambos sexos.


En el Perú, los casos de ludopatía han aumentado desde que en 1999 comenzaron a abrirse las casas de juego de manera indiscriminada, ante la ausencia de una norma que regule su funcionamiento. Hoy hay más de 800 casas de juego en todo el país, unos 60 mil tragamonedas, y la mayoría está en Lima. El ludópata siempre quiere apostar para ganar, pero acabará perdiendo. En esos centros de juego no hay ventanas ni relojes y siempre hay señoritas repartiendo sánguches y bebidas.



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