jueves, 22 de septiembre de 2011

Peruanos ejemplares



A pesar que los indicadores económicos apuntan a que hemos reducido la pobreza y el desempleo, aún estas bonanzas no llegan a los más necesitados. Prueba de ello son las historias de verdaderos luchadores que trabajan para sobrevivir dentro de una sociedad que no lo toma en cuenta y que tienen que sortear mil obstáculos para salir adelante








Ser una persona de escasos recursos en el Perú no es impedimento para no salir adelante. A pesar de una serie de pruebas que la vida les pone al frente, en nuestro país todavía existen personas que con trabajo, imaginación y ahínco, hicieron de la necesidad una oportunidad perfecta para salir adelante y demostrar que ellos son más fuertes que sus adversidades. Las historias que les presentaremos a continuación son prueba de ello, la vida los golpeó pero tuvieron las agallas para vencer a la adversidad.



“Mi rutina comienza de madrugada”



Los relojes marcan las 4 de mañana de una húmeda Lima, “El Tanque” como se hace llamar Agustín Segovia (45 años) esta listo para un día mas de jornada laboral, agarra su faja, un polo y esta listo para ir a trabajar. Una hora más tarde, las calles y jirones del Mercado Central son escenario de las proezas de este humilde personaje por ganarse a los clientes como un común estribador, “El Tanque” es uno de ellos. Fuerte y aguerrido, nos narra que tiene que hacer hasta lo imposible por conseguir el mayor número de clientes para poder asegurar su jornal, los clientes a quienes les transporta sus mercaderías, son cada día mas inconscientes - no quieren pagar la tarifa que es de dos soles a cualquier destino dentro de la periferia. “No es fácil trabajar en estas condiciones, la competencia es dura, con decirte que casi se han duplicado el número de estribadores, si antes te podrías hacer entre 30 a 40 carreras diarias hoy en día de suerte solamente se pueden hacer 20, que representa unos cuarenta soles, descontando los pasajes, cochera y comida, solamente me quedan alrededor de treinta soles que llevo a mi hogar diariamente, dinero que no alcanza para cubrir la canasta familiar” nos narra.



La historia de Agustín, comienza en su natal Huancavelica, departamento golpeado por el terrorismo en donde nos cuenta que vivió en carne propia una extrema pobreza, no tener que comer, era el pan de cada día, a esto se le sumaba la enfermedad de su madre que falleció cuando el era un niño. “Fue duro ese momento, mi madre nos dejó cuando yo tenia trece años, fueron momentos difíciles que tuvimos que pasar, pero aún tengo presente sus últimas palabras, `jamás te des por vencido`, días después decidí venirme a la capital en busca de un mejor futuro” acota Agustín.



Llegar a Lima sin tener a quién recurrir fue otro de los obstáculos que tuvo que sortear “El Tanque”, apodo que lleva desde los 25 años debido a su espíritu trabajador y luchador que lo caracteriza. Hoy en día sus grandes amores y motivo de vivir son sus dos menores hijas Luana (6) y Alejandra (8), junto a su esposa Domitila, son los empujes que lo mantienen con vida a pesar de la precaria condición en la que viven. “Todo lo que hago es para que nada les falte a ellas, diariamente me dan fuerzas para no desistir, a pesar de que el trabajo que hago me esta matando de a pocos los riñones que según el médico yo debo de dedicarme a otro trabajo que no demande mucho esfuerzo físico, pero hasta que encuentre otro trabajo tengo que seguir haciendo lo mismo” nos dice acongojado Agustín y sigue trabajando en busca de clientes.



“Tengo que trabajar para subsistir”



“La calle está cada día más dura”. Nos narra Don Gerónimo Acuña (72 años) a quién la vida no pudo haberle sido mas cruel. Lo tenía todo, una vida sin sobresaltos, la familia unida, un trabajo que le permitía cubrir sus necesidades y la de los suyos. De profesión albañil Don Gerónimo cuenta que en sus años mozos solía trabajar en cuanta obra grande se constrúyese en Lima; edificios, teatros y hoteles eran su especialidad. Llevaba hasta ese momento una vida normal, hasta que una tarde nefasta de mayo del 2000, después de casi culminar con su jornada laboral sucedió lo que nunca imaginaba le iba a pasar. Gerónimo terminaba de sujetar unas vigas de concreto, este cedió, desplomándose de una altura de diez metros, quedando atrapado dentro de tablones de madera que lo aprisionaban. Producto de ese accidente tuvo serios problemas en la columna que lo tuvo postrado en cama alrededor de dos meses, tiempo suficiente para que fuese despedido de la constructora en la que laboraba. Desde ese día su vida cambió, al verse en una situación desesperante, Don Gerónimo intentó en varias ocasiones quitarse la vida siendo detenido por amigos y familiares. “Sentí que el mundo se me venia abajo, no tenía ganas de seguir viviendo, me vi sumido en una profunda depresión – ya nada me importaba solo quería el amor de mi familia”. Es en esas circunstancias en que recibiría el golpe mas duro de su vida. Al verse lisiado con un problema de cojera producto del golpe en la columna, su familia a la que tanto queria le dio la espalda, aduciendo que su padre ya no podría darle el nivel de vida que estaban acostumbrados. Tanto su esposa como su hijo, emigraron hacia Italia donde hasta hoy residen. “Nunca pasó por mi cabeza que mi propia familia fuera capaz de tomar esa actitud, sufrí mucho, hasta la fecha son pocas las ocasiones en que he tenido algún contacto con ellos solamente en fechas festivas tengo llamadas de ellos, en lo económico nunca recibo apoyo alguno” narra Gregorio.



Pasaron los días y la necesidad de trabajar para sobrevivir hicieron que empezase a ganarme la vida vendiendo bolsas en el Mercado Central, de ese día han pasado casi 11 años. “Recuerdo claramente al principio la vergüenza me embargaba, nunca había pasado por una situación parecida, pero con el tiempo la necesidad me hizo perder el miedo – la fuerza de voluntad forman parte importante en este tipo de casos, nunca hay que darse por vencido si uno tiene las cosas claras, en mi caso trabajo para sobrevivir, en este negocio no se gana mucho pero es suficiente, entre 15 a 20 soles es lo que se gana diariamente, un buen día como Navidad o Año Nuevo esa cifra se puede cuadriplicar si hay suerte” nos cuenta Gerónimo.



Historia como los antes mencionadas son parte del cada día de los peruanos, personas que tienen que subsistir ante la necesidad de tener que afrontar las vicisitudes. Estas situaciones se repiten en nuestro país en donde según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) se encuentran en esta situación cerca de 12 millones de peruanos en condición de pobreza, es decir, que poseen más de dos carencias (casa y alimento) y que a la vez se encuentran sin trabajo. Es decir, que el ingreso familiar no alcanza para cubrir el gasto de la canasta básica de alimentos. Según Ipsos Apoyo, de cada cinco personas en el país, una padece hambre.



Siendo los de departamentos de Huancavelica, el 85,7% de la población local es extremadamente pobre, luego siguen los departamentos de Puno, Ayacucho, Apurímac, Pasco, Huánuco, Cajamarca los cuales mantiene esa misma tendencia.




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