jueves, 7 de marzo de 2013

Eso les interesa a todos


Palabra del Obispo Macedo

La liberación que sucedió con cada uno de nosotros y, sobre todo, el mayor de los milagros que fue el nuevo nacimiento, es lo que deseamos que les suceda a todas las personas.
Hay una indignación muy grande, que siempre nos lleva a preguntarle al Espíritu Santo: “¿Qué tenemos que hacer para que eso suceda?”
Hemos visto a personas en proceso de liberación que, aunque conozcan la Biblia, aún no nacieron de nuevo.
Algunas de ellas pasan agradables momentos de paz, mientras están dentro de la iglesia, pero eso se termina porque cuando salen de allí se encuentran con una realidad triste y rutinaria.
¿Será que el Señor de los cielos y de la Tierra es el Señor de aquellos que creen en Él solo cuando están dentro de la iglesia, y no afuera; de modo que, cuando la persona está en la iglesia, parece que está en el cielo; y cuando está afuera, parece que está en el infierno?
Si la persona dentro de la iglesia siente que está bien, pero cuando se va tiene los mismos síntomas que tenía en la época en la que estaba de espaldas a Dios y con el rostro dirigido hacia el diablo – aún siendo buenita y caritativa – entonces, no hubo una liberación. ¡Allí existen demonios!
¿Cómo liberarse de ese infierno de una vez por todas y tomar posesión de una vida con calidad?
El Señor Jesús dijo: “Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.” (Marcos 3:27)
Ese hombre fuerte es el diablo, la casa es el cuerpo de la persona – que hizo que sea su habitación –, y los bienes son la vida que él tiene en sus garras.
¿Cómo puedo entrar en la casa del hombre fuerte, atarlo y sacar la vida de sus garras, si yo no estuviese indignado? ¡Es imposible!
Por esa razón mucha gente aún no se liberó.
¿Sabe qué es lo que falta? ¡Enojo, indignación!
Todo aquel que está vestido de Indignación se convierte en el hombre más fuerte.
Si usted dice que el Señor Jesús es su Señor, ¿hasta cuándo va a tolerar que ese infierno viva en su cuerpo y sea dueño de su vida?
No piense que después de ser liberado y nacido de Dios las bendiciones vendrán de forma automática, ¡no, no y no!
No se olvide: aún estando con Dios, entre usted y los bienes que desea, existen esos demonios que un día estuvieron dentro de usted.
Si solamente con la fe y la indignación usted venció, ¡imagínese ahora con el Espíritu Santo!
Usted tiene la fe, la Palabra de Dios y Su Espíritu.
Indígnese contra ese infierno y tome posesión de la vida abundante que el Señor Jesús vino a traer.

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