jueves, 13 de octubre de 2011

Estudiantes también alzan su voz de protesta en Colombia

Mientras los estudiantes en Chile se movilizan para exigir que la educación sea gratuita, en Colombia marcharon “en contra de la privatización”


Los estudiantes chilenos exigen una reforma educativa. Los colombianos quieren evitar que el Congreso de la República apruebe la propuesta que, con ese propósito, ya fue enviada a la legislatura por el gobierno de Juan Manuel Santos.

Los sistemas de educación superior de ambos países no podrían ser más diferentes, pero simplificando mucho el debate se podría decir que mientras que a los estudiantes chilenos les gustaría que su sistema se pareciera más al colombiano, sus homólogos colombianos quieren evitar que su país avance hacia un modelo cada vez más similar al chileno.

Pero hay una dimensión en la que los estudiantes colombianos sí quisieran parecerse más a sus colegas del país austral.

Después de todo, mientras que las protestas estudiantiles en Chile han capturado la atención de todo el continente, son pocos los que saben que en Colombia desde hace varios meses también se está librando una batalla por el futuro de la educación superior.

Paro indefinido

Por lo pronto el primer triunfo en la batalla contra la propuesta de la administración Santos les correspondió a los estudiantes, que a finales de agosto lograron que en el proyecto de reforma eliminara toda referencia a la posible inclusión de instituciones con fines de lucro en el sistema universitario colombiano.

El gobierno colombiano argumentaba que la medida era necesaria para aumentar la tasa de cobertura, que en la actualidad es de 34%, pero ante la movilización estudiantil se vio obligado a dar marcha atrás.

Los estudiantes, sin embargo, afirman que la propuesta de reforma todavía apunta hacia el lucro y la privatización de la educación superior, pues le permitiría a las universidades públicas asociarse con empresas privadas.

También se quejan por lo insuficiente de la partida presupuestaria contemplada por el estado, y no aprueban que la mayoría de estos recursos sean canalizados vía créditos estudiantiles en lugar de ser entregados directamente a unas universidades que dicen arrastrar un déficit de casi US$350 millones.

“Cinco años estudiando ¿15 pagando?”, se preguntaba en una de las cartelones que se podían observar en la última movilización de Bogotá, ocupando por varias horas el centro de la capital.

Otras marchas similares también se registraron en otras ciudades universitarias del país.

Estigmatización

A diferencia de lo que ocurre en Chile, las protestas estudiantiles en Colombia todavía no parecen haber calado en la mayoría de la población.

Pero para Winston, un miembro de la Asociación Sindical de Profesores Universitarios de Colombia que conversó con BBC Mundo durante la protesta de Bogotá, esto solo evidencia la necesidad de fortalecer a las universidades públicas.

“Aquí la universidad pública no tiene un carácter tan masivo como en otros países de la región”, explica.

“Las dificultades de acceso hacen que la mayoría (de los jóvenes de escasos recursos) opten por carreras técnicas”.

“Y por eso hoy en día hay mucha gente que ve a la universidad pública como algo extraño, como algo lejano, que es para muy pocos”, agrega.

La movilización, sin embargo, también tiene que lidiar contra los prejuicios que rodean al movimiento estudiantil. Y en general al derecho de protesta y de manifestación.

“Mucho se maneja el estigma de que somos terroristas, de que somos delincuentes. Incluso dicen que somos miembros de los grupos guerrilleros, lo que es ridículo”, le dijo a BBC Mundo Mauricio, estudiante de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Pedagógica.

Advertencias

El discurso más moderado del presidente Juan Manuel Santos, sin embargo, ha propiciado un renacer de la protesta popular.

Según la revista Semana, en los primeros nueve meses del 2011 se produjeron más movilizaciones (1.573) que en todo el año anterior (1.142).

Pero Santos tampoco ha dejado de advertir sobre posibles vínculos entre estas expresiones de descontento y los actores armados del conflicto interno colombiano.

“Sabemos muy bien que la estrategia de las FARC va a ser la de estimular e infiltrarse en las protestas sociales para así producir violencia y caos”, dijo Santos el pasado 28 de septiembre.

Y, un par de días después, el periódico “El Espectador” afirmó haber tenido acceso a un dossier de los organismos de seguridad “en el que se evidencia el poder de infiltración de las FARC y el ELN, ya no sólo en las tradicionales universidades públicas, sino también en los más prestigiosos planteles privados del país”.

Así como van las cosas, muchos estarán siguiendo con atención la evolución de la protesta. Y no solo por su posible impacto sobre el sistema educativo.

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