jueves, 2 de febrero de 2012

El ajo y sus propiedades medicinales

Son muchas las propiedades medicinales que desde siempre se le han asignado a esta planta, originaria del centro de Asia, como por ejemplo hace que la sangre fluya con mayor facilidad y disminuya la presión sanguínea.


El ajo, ese bulbo lleno de dientecitos blancos, tan usado como condimento en nuestras comidas, cuenta también con propiedades medicinales beneficiosas para el organismo.

Empecemos por explicar sus efectos en la circulación sanguínea: la presencia de componentes sulfurosos, así como la aliína y el ajoeno, otorgan a esta planta propiedades anti-trombóticas, o sea, no permiten la formación de coágulos.

Por esta razón resulta muy adecuada para fluidificar la circulación sanguínea y evitar o luchar contra las enfermedades circulatorias como arteriosclerosis, hipertensión, colesterol, infarto de miocardio, angina de pecho y otras relacionadas con una mala circulación como las hemorroides.

El ajo también es excelente diurético, al favorecer la eliminación de líquidos corporales, siendo adecuado en casos de reumatismo, hidropesía y edemas.

Excelente bactericida

Por sus compuestos ricos en azufre, el ajo es de los mejores remedios naturales para enfrentar procesos nocivos del aparato respiratorio, entre ellos gripe, bronquitis y faringitis; además calma la tos de origen bacteriano y tiene funciones de expectorante.

En el sistema digestivo combate infecciones intestinales y diarreas, y en el excretor, las sepsis renales, cistitis y otras.

Es útil cuando el dolor de oídos responde a un infección interna del oído medio. Como receta casera a esta dolencia se sugiere comer ajo crudo en ensaladas.

Sus propiedades bactericidas se constatan en la famosa historia de “El vinagre de los cuatro ladrones”, que cuenta cómo en 1721, cuatro condenados a muerte fueron dejados en libertad con la condición de que enterraran a los muertos de la peste de Marsella. Parece ser que no se contagiaron porque bebían vino con ajo.

Beneficios para el sistema digestivo

El ajo favorece la digestión, al estimular el hígado, la vesícula y el páncreas, aunque debería evitarse en aquellos casos en que exista acidez estomacal, así como en estómagos delicados. Sin embargo, la planta parece tener un efecto positivo en el tratamiento de la úlcera.

Más del 90 por ciento de úlceras duodenales y un 70 por ciento de las de estómago tienen su origen en la actividad agresiva de la bacteria Helicobácter pyilori.

El ajo posee propiedades antibióticas, por lo que resulta ideal para el tratamiento de las úlceras al combatir este microorganismo.

La ingestión de unos 9 dientes de ajo al día, según algunos especialistas, sería una buena alternativa natural al tratamiento con antibióticos. También es aconsejable tomarlo machacado y mezclado con mantequilla.

En agresivas dolencias

Estudios recientes asocian el consumo del ajo con una posible inhibición de enfermedades malignas.

Los compuestos azufrados de la planta parecen ser los responsables en la lucha contra la aparición de células cancerosas en el estómago, hígado y otras localizaciones. El flavonoide quercetina, por sus efectos antioxidantes, también supone desempeñar igual papel en este sentido.

El probado valor bactericida del ajo, así como sus propiedades antioxidantes, podrían ser interesantes en la ayuda contra las infecciones que se aprovechan del Sida para aparecer.

Por otra parte, el ajo favorece la actividad de la memoria, pues se ha comprobado que contiene sustancias que ayudan a formar los neurotransmisores o “mensajeros” que van de una neurona a otra en el cerebro, facilitando su trabajo, con lo cual se propicia la capacidad de memoria, aprendizaje e inteligencia.


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