jueves, 14 de junio de 2012

Padres coraje


A vísperas de la celebración del día del padre, el Dr. Ciro Castillo Rojo, Pablo Huaripata y Dionisio Vilca nos cuentan sus proezas.  Descubra con nosotros el verdadero significado de la palabra “papá” y forme parte de los testimonios que impactaron al Perú y al mundo entero.

El Dr. Ciro Castillo Rojo, cirujano de abdomen, trabaja en el hospital Daniel Alcides Carrión, en el Callao. Es recordado por la incansable búsqueda que lo llevó en el 2011 hasta el Cañón del Colca  (Arequipa) para buscar a su hijo desaparecido. Su historia conmovió a más de un peruano y esta semana, en homenaje a los padres del Perú, nos cuenta cómo su amor y perseverancia lo llevaron hasta el lugar donde fue encontrado el cuerpo sin vida de su amado hijo.
“Quiero agradecer a “El Universal” por esta entrevista, me siento muy honrado. Tengo tres hijos, uno ya fallecido. Mi familia siempre tuvo la determinación de encontrar el cuerpo de mi hijo, que al igual que yo se llamaba Ciro. Así como tenemos la determinación de llegar al fondo de la verdad para saber qué pasó con él. Nunca tuve la sensación de decir “hasta aquí llegó, yo ya no sigo más”. Ante una circunstancia extraordinaria se pueden hacer cosas extraordinarias. No hay que olvidarse que el ser humano está dotado para la lucha, pero también para la huida. Por lo tanto, como decía Savater, en un instante una persona se puede convertir en un caballero o en un villano frente a determinadas cosas que suceden en la vida. Mi motivación siempre fue el deseo de encontrar vivo a mi hijo. Allá en el Colca estuvo mi hija una temporada, luego fue mi esposa,  también fue mi otro hijo y así nos turnábamos porque no olviden que nosotros vivimos en el Callao, en La Punta, y no podíamos dejar la casa abandonada. El hospital Carrión, donde yo trabajo, se mostró solidario en mi caso y me dio un permiso sin goce de haberes, que es un derecho que tenemos los trabajadores. Naturalmente que eso fue perjudicial para la economía familiar, porque en ese tiempo no recibía ningún ingreso. Pero hubo gente de buen corazón que colaboró con nosotros en la medida de sus posibilidades. No sé si tendré enemigos, pero siento que por parte de la familia de la imputada (Rosario Ponce) hay interés de esconder el homicidio de mi hijo. Pero aún con todo, siempre hemos tenido un apoyo unánime de las personas que nos han rodeado”, nos cuenta Ciro Padre.
Aún con el dolor que embarga su corazón al referirse a su amado hijo, don Ciro nos dice que lo que más daño les hizo durante su tenaz lucha por encontrar a su primogénito fue la información falsa que salió en un diario en la que decían que su hija tenía una cuenta millonaria. “Fue una mentira, una patraña que ocasionó un documento fraguado. Para lo cual le pedimos a un abogado que denunciara a ese diario. Pero eso hizo que mucha gente que nos iba a colaborar nos diera la espalda, porque pensaban que teníamos mucho dinero”, sostiene el doctor.
Para este médico cirujano, la gente que realizó esta mentira lo hizo con doble intención: Hacer que nadie nos ayudara económicamente y desacreditarnos frente a la opinión pública. “Pero a pesar de esa adversidad igual seguimos adelante en la búsqueda de mi hijo hasta el día en lo encontraron los guías. De esa fecha a la actualidad han pasado muchas semanas, meses, y aunque para muchos lo mejor sería olvidar lo que aconteció, para mí y mi familia eso no es posible. La pérdida de un ser querido es irreparable. Un hijo siempre te va a hacer falta. Y en un día tan importante como es el día del padre es donde se debe dejar de lado todo lo material o comercial y reforzar los lazos de amor que debe haber entre padres e hijos. Porque cuando un miembro de la familia falta deja un vacío que nadie va a poder llenar jamás”, recalca.
Papá Ciro como queriendo ocultar su pena, nos refiere que el proceso de aceptar la pérdida de su hijo es lento y doloroso. “Lo que primero debí hacer es asimilar que la persona amada, mi hijo, murió. Y en segundo lugar, tuve que asimilar su ausencia cotidiana. Para después comprender a la familia, que también está triste y acongojada. Es un proceso que aún hoy no supero del todo”, dice.
Actualmente, nos cuenta, que su esposa se pone a llorar cada vez que hechos de la televisión, las noticias, le recuerdan a su hijo. La relación que había entre Ciro y yo era muy íntima, de mucho amor y de respeto. “Recuerdo todo de él. Las veces que iba a la casa, su presencia, su sonrisa, su forma de ser, sus palabras, sus frases, sus sentencias, un montón de cosas. No soy quién para dar consejos, me considero un ciudadano de a pie, y lo único que puedo decirles a los lectores de “El Universal” y a la gente en general es muchas gracias, no solo por las muestras de apoyo, si no por las muestras de cariño que nos han demostrado. Y a todos los papás del Perú quisiera decirles que tratemos de ser auténticos, reales, consecuentes con nuestros actos y cumplir nuestra palabra empeñada”, refiere don Ciro.
Los límites están en la mente
Pablo Huaripata, de 48 años, carece de una pierna derecha. Sin embargo, y contra todo pronóstico, él ha sacado adelante a su familia a punta de empeño y coraje. Él nos afirma que las discapacidades están en la mente y nos lo demostró el año pasado, participando en la Maratón realizada en el Central Park de Nueva York, donde obtuvo el primer puesto en su categoría.
“No tengo mi pierna derecha desde que vine a este mundo. Siempre he sido así. Esta discapacidad hizo que mi niñez fuera difícil, porque sentía que los niños de mi colegio se burlaban de mí, que me subestimaban, y me dejaban de lado. A veces no me elegían para jugar fulbito, ya que argumentaban “de que yo no podía jugar”, por lo que siempre me dejaban a un lado. Felizmente con la ayuda de Dios, yo les demostré a todos ellos y a los que no creían en mí que sí podía jugar y comportarme como una persona normal. Las limitaciones están en la mente, uno mismo se pone sus propios límites. Para mí no existen las fronteras. Todo está en nuestro interior, porque cuando uno se propone conseguir algo, lo logra. Discapacitado es aquél que no lucha por sus sueños. Así como me ves, he logrado sacar adelante a mis tres hijas y ser el sustento de mi madre. Así también poder participar en dos maratones internacionales. La primera que se realizó en la ciudad de Manhattan, en Estados Unidos, en el 2010, donde alcancé los 42.2 kilómetros en, aproximadamente, 8 horas. Y la segunda, en el 2011, la que se realizó en el Central Park donde obtuve medalla de oro”, manifiesta con orgullo este cajamarquino. 
A pesar de la fortaleza mental que tiene Huaripata y que ya muchos quisiéramos tener, él nos revela que hubo una época en su vida donde nadie le apoyaba ni le cobijaba económicamente. “En ese tiempo sentí que la vida me daba golpes muy fuertes, pero traté de sobresalir y seguir adelante. Y a pesar de todo nunca tiré la toalla, si no que esas experiencias me dieron más fuerzas para seguir luchando. Mi primer logro lo recuerdo con mucho cariño y me llena de satisfacción, fue cuando, en mi niñez, les demostré a los profesores de la escuela primaria de la Encañada, Cajamarca, que yo sí podía ser el mejor alumno del colegio, y lo logré. Luego, cuando ya estaba en secundaria, participé en un concurso de natación donde fuí condecorado por haber logrado el primer puesto en natación. Actualmente y gracias a Dios, la empresa “Halls” me ha dado una pierna estética y una que está en proceso, que es la pierna atlética, para poder correr con más velocidad, porque del 2 al 7 de noviembre de este año pienso viajar nuevamente a los Estados Unidos para participar en la maratón que se llevará a cabo en ese país. Este domingo, por el día del padre a todos ellos les digo que sean un ejemplo para sus hijos. Que no se olviden que ellos nos observan. Así que, seamos dignos de su amor, y sigamos en esa lucha constante, como quien les habla, para poder alcanzar nuestras metas. Ayudemos a este Perú que tanto nos necesita”, nos refiere muy emocionado este peruano que nos está demostrando que la discapacidad no es incapacidad.
Hallé a mi hijo sin vida
La conmovedora historia de Dionisio Vilca, aquél padre valiente que se internó en lo profundo de la selva cusqueña para encontrar a su hijo desaparecido, estremeció este año al país entero. “Encontré a mi hijo, está muerto”, se escuchó a los lejos en una de las zonas más inhóspitas del Perú en el que yacía el cuerpo sin vida del sub oficial PNP, César Vilca, hijo de este hombre valeroso al que no le importó enfrentarse a las huestes terroristas, con tal de hallar con vida a su vástago. El testimonio que brindó a los medios de comunicación fue desgarrador.
“Yo agradezco bastante a todos los periodistas por la colaboración que me han dado. Nosotros caminamos cerca de diez horas para encontrar el cuerpo de mi hijo. Tenía la ilusión de encontrarlo vivo, pero lamentablemente no fue así. Yo les dije a los policías que no fueran conmigo porque iba a haber un conflicto fuerte. Yo fui poniendo avisos por toda la población para que me ayudaran a encontrar a mi hijo. Busqué guías y amigos de toda la comunidad para que nos apoyaran. Esa era la forma más factible, porque ese sitio es muy peligroso.  Y así logré encontrarlo, pero lo encontré sin vida”.
Las palabras de Dionisio Vilca salían de su boca como una exhalación llena de dolor y pesar. La mirada de este hombre muestra la horrorosa experiencia de haber visto personalmente el cuerpo de su heredero tirado en un rincón la espesa selva del Cusco, muerto por un impacto de bala descargado por las filas subversivas.
“Yo reconocí a mi hijo por una herida que tenía en la pierna izquierda, porque estaba mal herido. Además también lo reconocí por su dentadura, porque él usaba brackets, para arreglar sus dientes ya que los tenía un poquito sobre salidos y estaba en tratamiento, por eso más que nada lo reconocí”.
El suboficial César Vilca fue encontrado con señales de haber sido torturado antes de su muerte. Además, tenía puesto en la pierna izquierda el torniquete que, días antes, le había hecho su promoción Luis Astuquilca. La búsqueda que llevó a cabo Dionisio Vilca le ha hecho merecedor de ser para muchos el “Padre del año”, y no es para menos, ya que con una muestra innegable de valor y sin miedo a morir en manos del bando terrorista se internó en lo más espeso del monte a buscar a un hijo que ya no estaba con vida.
La historia de Don Ciro, Pablo y Dionisio nos muestran, una vez más, que el amor de un padre no tiene límites ni fronteras. Aquel amor que podría llevar a un hombre hasta un sitio tan desolado como el Cañón del Colca, o incluso a algún rincón resguardado por un bando terrorista. Aquel amor que podría llevarnos a ganar una medalla en una maratón aún sin tener una pierna. Este fue el homenaje para todos los padres del Perú, valorándolos mucho más, y conmemorando su valentía y perseverancia a vísperas de su día.

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