jueves, 16 de mayo de 2013

2da “Caravana del Rescate” fue un éxito

Con el objetivo de traer de regreso a los brazos del Padre a quienes un día se apartaron. Se realizó una importante concentración en Brasil.


La temperatura de la noche del 10 de mayo, a las 23:00 p.m. fue de 15ª C y normalmente, cuando la temperatura desciende, la mayoría prefiere estar en casa calentito. Sin embargo, para las 70 mil personas presentes en el Pabellón Anhembi, más importante que calentar el cuerpo físico fue dejar que el alma hierva con la fe pura que viene de Dios.
La reunión fue conducida por el obispo Sergio Correa. Un poco después subió al altar el obispo Macedo y habló con la multitud de personas presentes, de todas las edades y clases sociales. “No importa lo que usted hizo hasta ahora. Aunque esté con los brazos atados, verá lo que el Espíritu Santo hará en su vida. Aquí hay personas con toda clase de pecados, de errores, de necesidades. No importa. Lo que importa es que vinieron porque aceptaron la invitación de Dios. El Señor Jesús dijo que todo el que quiera venir a Él no será rechazado.”, señaló el obispo.
Inmediatamente, el obispo Edir Macedo llamó al altar a quienes se sentían oprimidos por los espíritus malignos. Los obreros llevaron a decenas de personas en estas situaciones, el altar quedó pequeño. Las fuerzas malignas fueron expulsadas por el clamor de los miembros y las oraciónes fuertes del obispo Macedo, del obispo Sergio y de los obispos que vinieron de otros países.
Unión de fuerzas
Los rescatistas brasileños, obispos y pastores responsables de los obreros de 10 países fueron invitados a participar del evento, con el objetivo de llevar el mismo espíritu a los voluntarios de lejos. “Es la primera vez que vengo a Brasil y estoy sorprendido con la gran cantidad de personas presentes, es algo muy fuerte. Quiero aprovechar cada momento de esta reunión para aprender y colocarlo en práctica en mi país, bendiciendo también a los obreros de allá”, dijo el pastor Vitor Aponte, responsable de los obreros en Colombia.
Lejos del fuego de Dios 
El obispo Sergio llamó a cinco de los obispos de varios estados y países que estaban en el altar. Les dio un pedazo de carbón y les pidió que se lo pasaran los unos a los otros, como si fuera una pelota. “¿Notan que, con cada pase, el carbón se destruye un poco? Eso es lo que sucede con usted. Usted, cuando se aparta de la iglesia, pasa de hombre en hombre, prostituyéndose. De mujer en mujer. De demonio en demonio. Y va perdiendo cada vez más. Así hace el diablo”, dijo. Luego, llevó delante del altar con una pinza, un brasa. “No, eso aquí no es un carbón en brasa. Esto era usted cuando estaba en el fuego de Dios. Era usted, ayer, cuando era un obrero en la fe, en el altar. En tono de broma, a los mismos pastores y obispos que tomaron el carbón, les pidió que tomaran la brasa con las
manos. Obviamente, nadie lo hizo. “¿Se acuerda cuando usted estaba en el fuego y el viento del Espíritu Santo soplaba y usted se encendía aún más? ¿Recuerda cuando el diablo no lograba tocarlo, cuándo Satanás no podía ni siquiera mirarlo a usted? Pues entonces: ¡regrese!”
El obispo continuó orientando a las personas. “Quiero decirles dos cosas, una buena y una mala. La mala es que, si ustedes no se convierten, perderán la gran oportunidad de esta vigilia. La buena es que no importa lo que usted hizo. No importa si fue un bandido, una prostituta, un pedófilo o cualquier otra cosa mala. Usted desistió de Jesús, pero Él nunca desistió de usted”, explicó.

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