jueves, 21 de julio de 2011

Tesoro Inca en tierras Aztecas


México no podía quedarse atrás. A través del Museo del Templo Mayor, el gobierno de ese país viene exponiendo la exposición fotográfica Machu Picchu: A 100 años de su Revelación Mundial (1911 – 2011).

El Museo del Templo Mayor, que depende del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), decidió hacer un reconocimiento con esta exposición a la cultura del Perú y, de manera especial, a su pasado glorioso. Para ello se contó con la colaboración importante del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú y de su Embajada en México.

La muestra presenta imágenes y documentos, entre las que destacan fotografías históricas sobre las excavaciones de Bingham en el lugar, en 1911. También resaltan impresiones contemporáneas facilitadas por PromPerú, así como reproducciones de cartas geográficas del Archivo Histórico de Límites de la Cancillería del Perú y mapas anteriores a los recorridos efectuados por Hiram Bingham a principios del siglo XX.

Como se recuerda, el 24 de julio de 1911 es conocido por ser la fecha de descubrimiento de Machu Picchu, por el arqueólogo y explorador norteamericano Hiram Bingham. Sin embargo, llegar a este día para su principal protagonistas no fue producto del azar. Años antes, Bingham se interesó en las leyendas tejidas en torno a la llacta de Vitcos o Viticos, el último refugio de los incas rebeldes a los españoles en la selva de Vilcabamba, narradas de forma épica por cronistas de esa época.

En 1906 el explorador norteamericano realiza un viaje por la ruta Buenos Aires - Cusco, antiguo derrotero comercial durante la colonia. Llegando a esta última ciudad se reencuentra con su interés por la legendaria ciudad Inca (Vitcos) y el valle de Vilcabamba. Emprende viaje a la ciudad de Abancay, entrada natural a esa parte de la selva donde supuestamente estaría Vitcos. Allí es informado de la existencia de una ciudad perdida en el “monte” (selva escarpada). Emprende viaje, y los guías locales lo llevan a unas imponentes ruinas que ahora conocemos como Choquequirao. Bingham no se dejó impresionar, la Vitcos de sus sueños debía ser más imponente aún. Regresa a los Estados Unidos, entusiasmado por el descubrimiento a reunir fondos para continuar con sus exploraciones, logrando conseguir el apoyo de la National Geografic Society y la Universidad de Yale, además de dinero entregado por amigos y familiares. Encontrar Victos ya no era solo un interés académico, era una empresa bien planificada.

En 1911 Bingham llega al valle de Vilcabamba, pasa por Mandor y contrata los servicios del guía local Melchor Arteaga. El 24 de julio llegan a la cima del cerro llamado Machu Picchu, donde está la fabulosa llacta inca de Picchu. Bingham la bautizó con el mismo nombre del cerro que la cobijaba y no tuvo dudas que ésta, si era la legendaria Vitcos. Al poco tiempo da cuenta de su descubrimiento.

Encontrado Machu Picchu, la Vitcos de sus sueños, Bingham contrata en los Estados Unidos a una plana de arqueólogos y antropólogos (entre los que destaca G. Eaton) para excavar el lugar. Con los auspicios del Gobierno del Perú de esos años, y dando clara muestra de su desinterés por el pasado incaico, dan permiso a la expedición de llevar a los Estados Unidos los objetos encontrados durante los trabajos de esa temporada.

Cabe señalar, que de manera paralela a la exposición fotográfica y documentaria, expertos abundarán sobre el devenir de la antigua ciudad incaica en un ciclo de conferencias que tendrá lugar los sábados 23 y 30 de julio, 6 y 13 de agosto en el auditorio del Museo Templo Mayor en la ciudad de México DF.

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