jueves, 26 de julio de 2012

El dilema de Juan Manuel Santos ante la crisis de los indígenas



Primero hubo empujones y luego disparos, pero desde el jueves 19 representantes del gobierno colombiano e indígenas nasa conversan sobre la tensa situación que desde hace varios días se vive en el norte del departamento de Cauca.

Según el presidente Juan Manuel Santos, el objetivo del diálogo es “aclarar posiciones y encontrar soluciones” a la crisis desatada por la decisión de los indígenas de expulsar de su territorio a todos los actores armados, incluyendo al propio ejército colombiano.
El mandatario ha dejado muy en claro que, para las autoridades, la presencia de la fuerza pública no es un asunto negociable.
Pero algún tipo de acercamiento entre las partes, sin embargo, se hacía inevitable luego de que las cosas empezaran a salirse de control el pasado martes 17 de Julio.
Ese día, un centenar de indígenas se desplazó hasta una base militar ubicada cerca del poblado de Toribío y desalojó a la fuerza a un batallón de soldados.
Y al día siguiente, las fuerzas de seguridad colombianas se movilizaron para recuperar el control de la base, en lo que fue el inicio de una tensa jornada que dejó como saldo un indígena muerto y varios lesionados.
¿Demanda histórica o presión de la guerrilla?
Los nasa también se han movilizado para intentar sacar de sus tierras a los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, las FARC.
Pero eso no evitó que el miércoles 18 por la noche el presidente Santos también acusara a esa guerrilla de estar detrás de los sucesos en Cauca.
Como evidencia de sus señalamientos, el mandatario ofreció un correo electrónico hallado en un computador incautado al jefe de operaciones occidentales del grupo guerrillero durante una operación celebrada en mayo de este año.
En la comunicación se giraban instrucciones para “repartir propaganda en los municipios del norte del Cauca para que la población le exija a la Fuerza Pública el retiro de las áreas pobladas”.
Sin embargo, en realidad esa ha sido una exigencia histórica del pueblo nasa.
Cansados de seguir siendo víctimas del fuego cruzado, los indígenas del norte del Cauca llevaban además al menos un año anunciando movilizaciones en contra de todos los actores armados.
Y su intento por desalojar a los soldados se dio luego de que un nuevo enfrentamiento entre ejército y guerrilla en el poblado de Toribío dejara diez muertos y un centenar de heridos hace poco más de una semana.
La Organización Nacional Indígena de Colombia, por su parte, recordó además en un comunicado que las demandas de los pueblos originarios del norte del Cauca estaban amparadas por el artículo 30 de la Declaración de Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas que establece que el uso de territorios autóctonos para actividades militares tiene que ser debidamente consultado con sus autoridades.
La organización también hizo notar que esta no es la primera vez que los reclamos de los indígenas son desestimados por supuestos vínculos con la guerrilla, al tiempo que advertía sobre los riesgos de la estigmatización de los pueblos originarios colombianos.
Indignación por trato a militares
El dilema del presidente Santos, sin embargo, es que por más que esté dispuesto a reconocer la complejidad de lo que ocurre en Cauca, este no parece ser momento para sutilezas.
Las imágenes de los indígenas nasas expulsando a los soldados de la base militar de Las Torres, en las proximidades de Toribío, generaron indignación y rechazo en amplios sectores del país.
Sus adversarios políticos no dudaron en emplearlas para criticar la supuesta debilidad del gobierno frente a la guerrilla.
“Guerrilla con indígenas y nuestro ejército vejado”, escribió por ejemplo en su cuenta Twitter el expresidente Álvaro Uribe, quien actualmente lidera la oposición en contra de su antiguo ministro de Defensa.
Y tampoco han faltado voces pidiendo un castigo ejemplar para los indígenas acusados de haber agredido a los soldados.
Todo parece indicar que el diálogo que inició este jueves podría servir sobre todo para apaciguar momentáneamente los ánimos.
Pero un verdadero intento por solucionar los problemas de fondo del Cauca seguramente tendrá que esperar a que las cosas estén menos caldeadas.

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