jueves, 24 de febrero de 2011

Conquistadores negocios

La inseguridad y el caos desplazaron en la década de los 90 el boom comercial de Lima a distritos como Miraflores y San Isidro. Posteriormente con el crecimiento económico del país, este boom se trasladó a Surco, San Miguel y últimamente a los conos de la capital.

Uno de esos nuevos emporios comerciales que viene creciendo vertiginosamente es la avenida Conquistadores, ubicada en el distrito de San Isidro. El público que recorre sus alrededores, usualmente hombres y mujeres de alto poder adquisitivo, son asiduos consumidores del lujo y el buen vestir.

La importancia que ha cobrado es­ta avenida para hacer negocios vin­culados a la moda ha convencido a diversos diseñadores peruanos a situar allí sus boutiques. Ahora bien, los diseñadores deben compartir los clientes con otros negocios, como restaurantes, y centros de belleza, entre otros. Esta diversidad permite al público encontrar en un solo lugar todo lo que necesita. Así, por ejemplo, las personas pueden ir a un spa a relajarse, lue­go hacer compras de cualquier tipo y posteriormente cenar en los restaurantes Se­gundo Muelle o Bravo Restobar.

Se estima que esta zona comercial ha adquirido tanta relevancia que los precios del metro cuadrado se han disparado de 700 dólares hasta aproximadamente unos 2 500 dólares. A su vez, los precios de los alquileres se han duplicado en los últimos tiempos. Sin embargo, eso no ha sido obstáculo para que la de­manda por adquirir un local continúe. Como consecuencia, algunos diseñadores y empresarios que no han conseguido instalarse en Conquistadores han op­ta­do por abrir tiendas en avenidas colindantes (como Emilio Cavenecia).

Aquí el testimonio de dos comerciantes que se vienen abriendo un sitial dentro del competitivo mundo empresarial.

La Bottega del Vino

En Italia se acostumbra comer y beber bien; por ejem­plo, siempre un buen acompañamiento puede ser un vino de calidad. Cuando el italiano Silvio de Martín y su esposa peruana Nancy Niquén llegaron a Lima, en una de sus visitas, se dieron cuenta que no había una representación significativa de los vinos italianos. Por ello, ambos decidieron tomar esta oportunidad de negocio y traer los mejores vinos de diferentes regiones de Italia.

En el año 2001 la Bottega del Vino, Grandi Vini Italiani, inició sus actividades en la cuadra 12 de la avenida Con­quistadores. En aquel entonces, en Lima no se encontraban vinos italianos de ca­li­dad, lo que generaba una desinformación total del prestigio internacional del vino italiano.

“Lo que hicimos es dar a conocer el vino italiano de calidad al público peruano, y le demostramos que no necesariamente las marcas más conocidas o grandes son las mejores, sino aquellas provenientes de haciendas de prestigio, cuyos propietarios son amantes del vino vero”, nos explica Nancy Niquén.

Niquén señala que el vino italiano es hijo del ambiente natural, del sol y de la sabiduría del hombre. Gracias al clima mediterráneo, que es co­­nocido como el mejor para las flores y los frutos, la península italiana goza de grandes vinos.

“El peruano está aprendiendo con no­sotros sobre vino; por eso lo asesoramos para que escoja el mejor según la ocasión”, explica Nancy Niquén, que en el presente cuenta con 35 casas (proveedores) de vinos italianos, desde el norte de Veneto hasta la isla de Sicilia.

Ole Bahe

“Las grandes marcas como IBM, Alfa & Romeo y Vanidades me buscan porque necesitan obsequiar productos de calidad a sus clientes exclusivos”, afirma orgullosa Mariana Lengua Balbi, propietaria de la tienda Lole Bahe, que se ubica en la cuadra tres de Con­quistadores.

Antes de abrir la tienda, Mariana es­tu­vo ocho años en Estados Unidos. Los últimos dos los vivió en la ciudad de Nue­va York, donde trabajó en la compañía de accesorios para viajar Flight 001. Allí aprendió a diseñar productos según su función. «En esa empresa me enseñaron muchísimo; mi línea de diseño es muy limpia gracias a esa experiencia», revela nuestra entrevistada.

El éxito de trabajar para grandes di­se­ñadores no fue más grande que su persistente idea de hacer empresa en el Perú. “Yo siempre tuve el propósito de hacer mi propia línea de productos y dar trabajo a peruanos”, explica.

Es así que en 2006 Lole Bahe empezó sus actividades. Fue en una casa aledaña a la huaca Pucllana (Miraflores), en la que no pudo sacar licencia de trabajo por tratarse de una zona residencial. Es por este motivo que se trasladó a Con­quistadores.

Mariana recuerda cómo aprendió, en el camino, a manejar su empresa: “Mi primer error fue contratar a cinco operarios, que fue un número exagerado para empezar el negocio. Ahora tengo dos, que son suficientes. Otro traspié en la empresa fue la compra de maquinarias que resultaron ser equivocadas; por consecuencia, las tuve que devolver (ríe). Así es como pagué el derecho de piso”.

En la actualidad, Lole Bahe sostiene un crecimiento en ventas considerable, año tras año. Acorde con ello, Mariana ha abierto un stand en Ripley del Centro Comercial Jockey Plaza. A su vez, está re­di­señando su página web, para que sus consumidores y nuevos clientes puedan realizar sus compras con un solo clic.

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