jueves, 31 de mayo de 2012

“Los Centros de Rehabilitación no cumplen su trabajo”


Federico Tong, asesor y representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), se pronuncia sobre la creciente ola de pandillaje juvenil en el Perú e indica que despojar de inimputabilidad penal al adolescente no soluciona el problema de fondo, por el contrario, lo agrava.

- ¿Por qué se forman las pandillas?
- Las pandillas son auto organizaciones juveniles que están en una sombra gris, entre discursos del honor, la lealtad y defensa del barrio, que consumen drogas y alcohol de baja calidad y desarrollan actividades delictivas para sustentar su vida cotidiana y sus vicios. Una banda delictiva se organiza para robar. Esa es la diferencia. Según la Policía, ya hay 20 pandillas que han dejado de serlas para convertirse en bandas delincuenciales. Evidentemente no se puede tapar el sol con un dedo, hay mucho daño por parte de las pandillas, pero lo que requieren es tratamiento para evitar que esa trayectoria delictiva se incremente y los mecanismos penitenciarios no están cumpliendo esa función. Insisto, hay que especializar uno de los centros juveniles para los casos más graves de chicos entre los 16 y 18 años e incrementar la inversión y una mayor calificación para un tratamiento más profesionalizado de estos chicos, cuyos diagnósticos psicológicos en el caso de “Gringasho”, por ejemplo, tienen trastornos de personalidad y trastornos mentales. 
- ¿Qué medidas se deben tomar?
- Los Centros de Diagnóstico y Rehabilitación deben ser equipados profesionalmente, porque ese es su nombre correcto, no como lo nombra erróneamente el proyecto de ley 1113, que solicita la pena privativa de la libertad para menores de edad, “Centros de Reclusión de Menores”, eso no existe. Se creyó que con endurecer más las penas se reduciría el pandillaje, pero no fue así. De los 9 centros que tiene el Perú, 8 de ellas son de medios cerrados, es decir, lo que llamamos los “Maranguitas”, y uno es Servicio de Orientación al Adolescente, que es de sistema abierto. Allí los chicos no son encerrados, sino que cumplen tareas preventivas de formación y algunas actividades como parte de su medida de rehabilitación. Este Sistema de Servicio de Orientación al Adolescente funciona en el Rímac. 
- ¿De quiénes dependen estas organizaciones?
- Los Servicios de Orientación al Adolescente dependen del Poder Judicial. Los congresistas deberían estar discutiendo estos temas. Primer lugar, cómo mejoramos le presupuesto, la capacidad técnica de estos centros y cómo promovemos el correcto funcionamiento de dichos centros para que se logre el proceso resocializador de los adolescentes. Antes que estar pensando cómo los mandamos más rápido a la cárcel. Si vemos a Lurigancho y la cantidad de presos en el Perú, nos damos cuenta que el 75% de los presos son menores de 35 años. Entonces, no se ha resuelto el tema de los centros juveniles. Segundo problema: ¿Las leyes en el Perú ayudan a disminuir el pandillaje? El mismo proyecto de ley de Pandillaje Pernicioso es muy claro. Sólo un 3.1% de estos chicos que van a los centros juveniles han sido condenados por Pandillaje pernicioso. Entonces, ¿son verdaderamente rehabilitadores los centros juveniles? En un estudio que hicimos le preguntamos a los presos de Sarita Colonia y Lurigancho, donde la mayoría está por tráfico ilícito de drogas, si, antes  de estar presos, habían pasado por el Sistema Penal Juvenil, y lo que encontramos fue que de 13,247 presos, 2,384 habían pasado antes por un Sistema Penal Juvenil, es decir, este sistema no está sirviendo de rehabilitador, sino que se convierte en un factor  agravante en la trayectoria delictiva. El caso de “Gringasho” es un claro ejemplo. 
- ¿Cuál sería la solución a esta problemática?
- Es verdad que el delito en el Perú está escalando en magnitudes letales, como la mayor presencia de armas de fuego. Entonces, para los adolescentes que presentan actos delictivos y agravantes, se debiera tener un tratamiento distinto. Es decir, una posibilidad de especializar uno de los centros juveniles, que podría ser “Maranguita”, para encargarse  del diagnóstico y tratamiento de estos adolescentes con conductas antisociales y delictivas, para no mezclarlos con chicos que tienen problemas de conducta o que en una pelea agredió a un compañero, es decir, que no corresponde a modalidades delictivas. Se debe dar un mayor énfasis y presupuesto a los Servicios de Orientación al Adolescente. Lo que está ocurriendo que los procesos de resocialización no se están llevando a cabo de forma competente. Al contrario, están sirviendo como fases para un mayor escalamiento en la trayectoria delictiva. Entonces, si lo que queremos es que “Gringasho” vaya a Lurigancho, y a la vuelta de dos o tres años, tengamos a un delincuente mucho más peligroso del que tenemos, bueno, adelante. Pero la cárcel no cumple su función resocializadora. Se debería especializar a un centro juvenil para la atención de los casos más graves. Y de esto es responsable específicamente la Gerencia Operativa de Centros Juveniles del Poder Judicial.

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