jueves, 17 de mayo de 2012

¿Por qué es tan difícil para muchos latinoamericanos comprarse una casa?



Una de las imágenes más lacerantes y extendidas de América Latina son sus grandes zonas marginales a las afueras de las ciudades en las que la inseguridad y la falta de higiene son la norma. Millones de personas necesitan un techo digno, ¿pero pueden los gobiernos construir tantas casas?

El sueño de la casa propia parece estar cada vez más lejos de muchos latinoamericanos a pesar de la bonanza económica de varios países de esta parte del continente. De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las ciudades cuyas poblaciones tienen menos posibilidades de adquirir una vivienda, son Caracas, La Paz, Lima y Santo Domingo.
Según el estudio “Un espacio para el desarrollo: los mercados de la vivencia en América Latina y el Caribe”, realizado por un grupo de economistas por encargo del BID, actualmente una de cada tres familias latinoamericanas-alrededor de 59 millones de personas-reside en una vivienda inadecuada, construida con materiales precarios carentes de servicio básico.
Según el peruano César Bouillon, uno de los responsables del estudio, muchas personas  quieren acceder a una vivienda adecuada y asequible, pero la oferta es insuficiente y en la mayoría de los casos  los recién llegados a las ciudades se ven obligados a instalarse en viviendas informales, como en las zonas marginales.
“Para solucionar el problema del déficit de viviendas, es necesario entender que los gobiernos por sí solos no lo van a poder hacer, ya que para hacerlo necesitarían por lo menos de unos 310,000 millones de dólares, o sea el 7,8 del PIB por ciento de la región, cifra muy onerosa para sus arcas, por lo que se requiere la participación del sector privado para afrontar esta realidad”, sostiene Bouillon.
Demanda
¿Pero ante una demanda tan grande, por qué las grandes constructoras no aprovechan la oportunidad de negocio?
De acuerdo con Bouillon, eso se debe en gran parte a que muchos de esos solicitantes no pueden documentar sus ingresos en la ventanilla del banco porque tienen trabajos informales.
Otra causa que menciona es que para el constructor solo es rentable edificar vivienda para los sectores de clase media y alta.
“En las zonas pobres, los márgenes de beneficio son muy pequeños, y además tienen la competencia de los constructores informales y de quienes se construyen su casa”.
Los autores creen que no hay una solución única para resolver este déficit de vivienda. Entre los cambios sugeridos se encuentran reformas legales que simplifiquen la burocracia y hagan más atractiva la construcción de viviendas destinadas a las clases bajas.
También recomiendan una reforma del mercado hipotecario que brinde mayor protección a los derechos de los acreedores, sistemas de evaluación del riesgo crediticio más eficaces y, además, registros de la propiedad más amplios.
Salud y vivienda
El estudio recientemente publicado refiere que una vivienda es algo más que un techo y cuatro paredes. 
La región podría experimentar mejoras en muchos de sus problemas endémicos si solucionara su déficit de viviendas adecuadas y asequibles, según el estudio.
Las condiciones de la vivienda y el barrio influyen de manera decisiva en la salud, alimentación y educación de la población, así como en su acceso a oportunidades económicas y su grado de vulnerabilidad a los problemas sociales, señalan los autores.
Una de las conclusiones de la investigación es que más de la mitad de los residentes en muchas de las grandes ciudades latinoamericanas como Caracas, Lima o Buenos Aires, no tienen dinero para comprar una vivienda adecuada (ver cuadro).
Venezuela
A pesar de lo que dice Hugo Chávez sobre la supuesta bonanza económica que vive su país gracias a los altos precios del petróleo, la realidad-según el estudio del BID-es otra.
De acuerdo con este informe, ocho de cada diez hogares venezolanos no les alcanza el dinero para tener casa propia, debido principalmente a la escasa oferta privada de viviendas asequibles.
Para paliar esa carencia, el gobierno venezolano puso en marcha el año pasado el ambicioso “Plan Misión Vivienda”, que prevé construir dos millones de casas entre 2011 y 2019.
Sin embargo, para Bouillon habría que ver si el gobierno de ese país tiene los fondos necesarios para hacer realidad ese plan, ya que de lo contrario se estará creando una expectativa que puede estallarle en la cara al régimen si este no cumple su ofrecimiento.
Para el economista del BID, lo que se tiene que hacer es combinar la iniciativa pública con los incentivos privados para que construyan casas de tipo social.
En Colombia, destaca como ejemplo, las autoridades incentivan a los desarrolladores privados de viviendas para que en su proyecto incluyan casas para todos los niveles de ingresos.
Otro caso que señala es el de Sao Paulo. Mientras que la mayoría de políticas públicas ponen el énfasis en el acceso a la propiedad, las autoridades locales de la megaurbe brasileña tratan de facilitar vivienda de alquiler a las familias pobres.
En México, algunas iniciativas no se enfocan en la vivienda nueva, sino en la mejora de la existente. El programa “Patrimonio Hoy” de la cementera Cemex apoya a las familias que construyen su propio hogar con microcréditos y asistencia técnica.

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