miércoles, 9 de enero de 2013

Fe contra los problemas


Palabra del Obispo Macedo

Dios no nos libra de enfrentar los problemas cotidianos. No libró a Daniel del foso de los leones, pero cerró la boca. Tampoco impidió que sus amigos fueran arrojados al horno de fuego ardiendo, pero no permitió que un hilo de cabello se grabara. Los que aspiran a la riqueza, a prepararse para la persecución:
“De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, 
que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna”.  (Marcos 10.29-30)
¿Quién cree que seguir y servir al Señor Jesús es estar libre de problemas, olvidelo.
Cualquiera que piense que estar lleno del Espíritu de la paz es estar libre de problemas, también olvídelo. La paz del Espíritu Santo está dentro, no fuera. Tan impresionante como las bendiciones espirituales o materiales, los problemas siempre existen. Ellos son parte de la vida con Dios o sin Dios. 
Una cosa es cierta: que Dios nos ha dado las herramientas para superar cualquier problema. Regocijaos en ella! Para los cristianos que vivían en Roma, capital del pecado, Pablo dirigió las siguientes palabras:
“…por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza…” (Romanos 5.2-4)
Es decir, que así como nosotros nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios, también debemos regocijarnos en los problemas cotidianos. Ellos son los que nos enseñan en la práctica la perseverancia y experiencias de la fe en esperanza.
Esto significa materialización de la fe sobrenatural. Son los desiertos que madurecen y prepararan a los siervos de Dios. Si Jesús tuvo que ser llevado al desierto por el Espíritu Santo para estar preparado, ¿cómo nosotros podemos evitarlo?
La fe no es una herramienta única de los logros gloriosos, pero también la defensa.

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