jueves, 1 de marzo de 2012

Tráfico de inocencias

No han cumplido la mayoría de edad y ya están siendo explotadas sexualmente, algunas inclusive por sus propios padres. Según la Fiscalía, en el 2010 se intervinieron locales en donde el 54% de detenidas tenían entre 13 y 17 años


Ana y María, son amigas desde hace poco más de dos años y acaban de escapar de una situación de explotación en Puerto Nieves a cuatro días rio adentro de la ciudad de Iquitos. Huyeron aprovechando una gresca con machetes al interior de un bar en donde las tenían cautivas, una de ellas distrajo a lo matones que las vigilaban.

Ana que hoy tiene 19 años y trabaja como domestica en un distrito de Lima comenzó a prostituirse a los 13. Ella recuerda que desde que tenía tres o cuatro años sus padres salían a pescar y volvían después de dos o tres semanas para quedarse por unos días antes de salir de nuevo.

“Mis papás se iban desde que era una niña quedándome sola con mi hermano. Dejaban algo de dinero y eventualmente nos encargaban a algún pariente para que nos viera de rato en rato. Tíos, tías que nos cuidaban pero vivían lejos”, nos cuenta.

Pasaban los meses y la angustia y la necesidad por salir de la pobreza y la miseria impulsaron a esta joven a salir con hombres con más frecuencia, haciéndose este una actividad habitual. María al igual que Ana relata que en un principio le costó que personas extrañas se le acercaran con malas intenciones. “Hubo ocasiones en que estaba a punto de dejar esta vida pero la necesidad me obligaba a acostarme con cualquier persona que me pudiera pagar”, revela.

Ana y María empezaron a ganar entre S/ 5 y S/ 10 por cada cesión, como llaman a dormir con un hombre. En ocasiones lograban recaudar en todo el día hasta S/80, cifra que se duplicaba en días festivos. Ellas nos cuentan que los clientes que requerían sus servicios en Iquitos eran por lo general hombres adultos, lugareños y rara vez extranjeros, con quienes la tarifa se incrementaba.

Historias como las antes mencionadas son el pan de cada día en el Perú, en donde los casos de explotación sexual infantil se han ido incrementado aceleradamente, y más aún a puertas de celebrarse en todo el mundo el “Día Internacional de la Mujer”, fecha que se contrapone a las cifras que se arrojan anualmente. De acuerdo con la Policía Nacional, en el 2010 en el país hubieron 1.600 víctimas de tráfico de personas y violencia sexual, siendo las regiones de Lima (47%), Cusco (14%), Madre de Dios (11%), Loreto (9%) y Ucayali (9%), las más golpeadas.

Su propia familia

En base a cuantiosos estudios realizados por ONGs se ha llegado a la conclusión que en regiones donde predominan las actividades económicas importantes (turismo, minería, petróleo e hidrocarburos) existen las mafias de explotación sexual.

Según Dolores Cortes, coordinadora de Programas y Proyectos de la Organización Internacional para la Migración (OIM), en Tarapoto, Puerto Maldonado, Cusco, Cajamarca y Puno se han asentados varios centros nocturnos (bares, night club) donde las menores de edad son el principal atractivo del negocio – debido a los jugosos ingresos que deja el servicio sexual de estas chicas para los dueños de estos locales.

Precisamente esos altos ingresos económicos han hecho que sean los mismos familiares las que manden a sus hijas a entrar a esta actividad, ya sea ofreciéndolas a los tratantes o poniéndolas a trabajar en los mismos bares que ellos montan.

De acuerdo con un estudio elaborado por el profesor de la PUCP Javier Mujica, de 120 casos presentados en la zona fluvial de Ucayali, en 110 se pudo comprobar que los proveedores de esta actividad eran los familiares directos o indirectos de las menores.

Cortes añade que en estos casos el papel de la familia se ha venido desvirtuando a tal manera que si antes ese concepto era sinónimo de amor y protección, hoy en día es completamente distinto.

“Es complicado poder detectar a los padres que venden a sus hijos. Aquí solo cabe una pregunta ¿a quién vas a reclamar si algo le pasa a esa niña, los papás muy por el contrario no van a dar la cara?, ¿quién la va a reintegrar a la sociedad cuando alcance la mayoría de edad? Son preguntas que nos hacemos pero que hasta el momento no tienen respuesta”, precisa la funcionaria.

No cabe duda que las jugosas ganancias que deja la trata de persona, es la principal razón para que este ilícito negocio exista. Hace poco la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dio cuenta que en el mundo se movieron durante el 2011 alrededor de 8 a 10 billones de dólares. Constituyéndose esta actividad luego del narcotráfico y la venta de armas en la más lucrativa.

Otras modalidades

No solo a través de los familiares el tratante logra captar a menores de edad. También se ha detectado como señala Dolores Cortes la modalidad del enamoramiento. Esta situación permite iniciarlas sexualmente para luego inducirlas al consumo de alcohol y drogas. “De esta manera son manejadas todo el tiempo para que permanezcan en este negocio”.

Aunque también existen casos en que no ha habido necesidad de darle algún tipo de drogas a estas chicas para que puedan trabajar, la misma necesidad de mantener a sus familias (hermanos o padres) han determinado a que se dediquen a este oficio.

Precisamente la pobreza, la discriminación social, exclusión y machismo en la que viven todas estas menores se han convertido en factores que han favorecido que la trata de personas con fines de explotación sexual en el país crezca.

Cifras de infarto

Entre los años 2009 y 2010, el Ministerio Público registró 231 casos de trata de personas para explotación sexual, los cuales involucraron a 330 víctimas.

Según el Observatorio de Criminalidad de la Fiscalía, el 54.5% (180) tenía entre 13 y 17 años, y el 2.7%, entre 7 y 12. Lo más grave es que hubo dos episodios que implicaban a niñas menores de seis años.

De acuerdo con Juan Huambachano, representante del Ministerio Público, las víctimas – en su mayoría menores de edad- fueron captadas a través de ofrecimientos de puestos de trabajo, y el 9.3%, con promesas de apoyo económico. El 2.5% fue entregado por familiares a conocidos y el 1% sufrió rapto. Un buen número de víctimas (51%) ha sido captado en Lima, Cusco, Loreto, Huánuco, Puno, Piura, Ucayali y Junín.


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