jueves, 12 de abril de 2012

“Latinoamérica debe ser solidaria y hospitalaria con las empresas”

Carlos Alberto Montaner nació en La Habana (Cuba) hace 49 años, de los cuales gran parte de sus tiempos se ha dedicado ha escribir libros de corte social y político. Durante su paso por Lima conversó con “El Universal” sobre el modelo económico chino y de lo que viene aconteciendo en su país.


- En pleno siglo XXI aún existen países latinoamericanos con una visión sesgada sobre el crecimiento económico del mundo. ¿Esto cuánto nos está afectando?

- No hay que generalizar. Existen países como Perú, Brasil y Chile que han entendido que abrirse a los mercados internacionales es la mejor manera de crecer tanto económicamente como socialmente. Sin embargo esto no parece ser prioridad para otros países que prefieren andar de espaldas al progreso pensando que este modelo está caduco, ya que se avecina inexorablemente vientos de cambio, concepto que particularmente no creo.

- En esta parte del continente los únicos países que tienen una política económica diferente son los países con tendencia socialista…

- Exactamente.

- Sin embargo no todos los países socialistas tienden a retrasar su desarrollo, el mejor ejemplo de lo que le digo es China. ¿Qué podría decirme al respecto?

- Lo que pasa en China es que ellos han separado diametralmente dos aspectos, el político y el económico. En el plano político siguen manteniendo a un pueblo oprimido bajo un régimen autoritario que se ve reflejado principalmente en los sectores bajos. Mientras que por el otro lado, asumieron un modelo económico liberal capitalista que les ha traído buenos frutos.

- ¿Haber adoptar un modelo capitalista no era ir en contra de los pensamientos de Mao – Tse – Tung y su doctrina comunista?

- Los gobiernos sucesivos a Mao siempre tuvieron presente esas doctrinas, aunque no en su totalidad – dado que en 1978 se dieron una serie de reformas constitucionales en las que se acordó entablar una economía de libre mercado, con un fin futurista de algún día ser una potencia económicamente hablando.

- No por ello China es el primer inversionista en Alemania, superando largamente a Francia y los Estados Unidos

- Exacto. Con la compra de la empresa alemana Saning por millones de dólares, los chinos han entendido que de nada les a valer tener una economía comunista en pleno siglo XXI. Ellos quieren ser una potencia y para ello tienen que contar con un empresariado próspero que genere riquezas y para eso el Estado debe funcionar no como una barrera sino como una fuente de financiamiento para las empresas.

- Esa no fue en un principio la doctrina de Mao Tse Tung

- Desde 1978 China ya no se gobierna bajo la doctrina de Carlos Marx sino con la de Adam Smith, en la que se pone énfasis a la conducción del empresariado hacia una economía capitalista – mercantilista, con visiones expansionistas. Esa es la China de hoy.

- ¿Podríamos decir que dicho modelo es la responsable de que ahora un tercio de la población china sea de clase media alta?

- Eso es producto de varias décadas de intenso trabajo. Un chino que pase del campo a la ciudad puede ser considerado como un empresario en potencia, esto debido a una educación de primera orientado a un mundo globalizado.

- ¿Por qué las políticas adoptadas por los chinos no son aplicables en los gobiernos de América Latina?

- Lo que pasa es que en esta parte del continente estamos acostumbrados a que el Estado sea el eje principal en la que tiene que girar toda la economía. Por eso es que ese modelo no podría tener éxito en esta parte del mundo.

- ¿O sea estamos mal acostumbrados?

- No necesariamente ese seria el término. Nuestra sociedad hispanohablante es inmadura al creer que el Estado está para solucionar todos los problemas que nos aquejan, para generar riquezas y distribuirlas entre sus habitantes. En países industrializados los gobiernos son solamente nexos entre el empresariado y el mercado, además de estar encargados de generar políticas económicas tanto internas como externas que generen divisas que luego serán implementadas en mejorar el sistema.

- ¿No cree que es un poco prematuro adoptar políticas de primer mundo en países de Latinoamérica?

- No, para nada. Estamos preparados para poder afrontarlas, lo que pasa es que existen poderes y vicios oscuros que impiden que podamos salir adelante.

- Cuándo usted habla de vicios, ¿se está refiriendo a la corrupción?

- Ese es un flagelo que venimos heredando desde la Colonia. Tenemos autoridades cada vez más corruptas que entorpecen no solo la creación de nuevas empresas sino que crean barreras burocráticas que impiden hacer empresa en esta parte del continente.

- ¿Qué seria lo utópico para Latinoamérica?

- Se debe ser un continente solidario y hospitalario con las empresas, con una sólida legislación que proteja la propiedad privada y tribunales que ejerzan una eficiente labor judicial con castigos ejemplares para quienes infrinjan las leyes, además de un cambio revolucionario en el Código Civil y Penal de varios países democráticos y no democráticos.

- ¿Estamos cerca o lejos de que eso suceda?

- Es un cambio paulatino que se a va venir dando de forma progresiva.

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